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Por Sergio Barbán Cardero ()
Me acabo de enterar de que Donald Trump ya tiene su candidato para el nuevo Papa de Roma. No soy muy conocedor de estos temas así que me di a la tarea de buscar información sobre el Cardenal Raymond Burke. El cardenal papable de Estados Unidos que Donald Trump quiere como próximo Papa de Roma.
Para los que ven en Trump un enviado de Dios, es muy buena noticia, pero muy mala noticia para los “comunistas”, “socialistas”, dictaduras, regímenes totalitarios y el falso progresismo de la extrema izquierda mundial. Con tal de que no apoye a Vladimir Putin, yo lo apruebo.
En el complejo escenario del Vaticano, donde la sucesión papal sigue ritos y equilibrios internos que combinan teología, tradición y geopolítica, el nombre del cardenal estadounidense Raymond Leo Burke ha comenzado a resonar con más fuerza entre sectores conservadores. Aunque la Iglesia Católica no funciona como una democracia ni como un parlamento donde los votos se alinean según líderes políticos seculares, la figura de Donald Trump, presidente reelecto de Estados Unidos, ha comenzado a pesar, al menos simbólicamente, en el ajedrez del futuro cónclave.
Raymond Burke es conocido por su postura firme y tradicionalista, con una visión de la doctrina católica que rechaza de plano muchas de las aperturas impulsadas por el Papa Francisco. Crítico del enfoque pastoral del actual pontífice, Burke representa un ala que aspira a restaurar lo que considera la claridad moral y doctrinal del catolicismo frente a lo que percibe como una peligrosa ambigüedad modernista.
Que Donald Trump lo respalde o incluso lo promueva como «su candidato» al trono de Pedro, dice mucho no tanto sobre el funcionamiento de la Iglesia, sino sobre el estado actual de la política estadounidense y su entrelazamiento con el poder religioso. Trump ha sido un maestro en capitalizar los sentimientos de nostalgia, identidad y restauración de valores en sectores evangélicos y católicos conservadores. Ver en Burke un símbolo de esa restauración en el Vaticano puede ser parte de su narrativa de lucha contra el progresismo global.
Sin embargo, hay que entender que el proceso de elección del Papa es muy distinto al de cualquier elección política. El cónclave es un espacio cerrado a 120 cardenales menores de 80 años, donde se combinan la oración, las alianzas internas, los equilibrios entre continentes, y también –aunque más sutilmente– la geopolítica mundial.
La presión de un líder político como Trump no tiene poder de voto, pero puede influir indirectamente a través de su impacto en la opinión pública y en ciertos sectores del colegio cardenalicio, especialmente si se alinean con su visión ideológica.
Burke ha sido removido de varios cargos por el Papa Francisco, lo que refleja su aislamiento institucional dentro de la Curia. Pero ese mismo aislamiento puede convertirlo en mártir simbólico de quienes rechazan las reformas del fallecido pontífice. ¿Puede llegar a ser Papa? No es imposible. Pero su elección sería, sin duda, una ruptura con el rumbo de apertura, diálogo interreligioso y enfoque social que ha caracterizado al pontificado de Francisco.
Para los regímenes y dictaduras autoritarias, un eventual Papa Burke sería una pésima noticia. Su postura intransigente frente al comunismo, su defensa abierta de la libertad religiosa y su rechazo a toda forma de relativismo moral harían del Vaticano una voz mucho más firme y frontal contra quienes oprimen a sus pueblos.
Sería, sin duda, el regreso de una Iglesia que no teme señalar al poder cuando se convierte en tiranía, como ocurrió con Juan Pablo II frente al bloque soviético.
Burke lo ha dicho sin rodeos: «El comunismo es una ideología materialista y atea, absolutamente contraria a la ley natural, al Evangelio y a la dignidad humana. Donde se ha impuesto, ha traído persecución, pobreza y muerte.»
Con un Papa que piense así, el mensaje de Roma dejaría de ser diplomático para volver a ser profético.
¡A cagar pelos sin comer mangos!
El que entendió, entendió, y el que no, se jo..o’ Así que busquen en la redes, hay bastante información.