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¿EL PRIMER LINCHAMIENTO?

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Por Jorge Sotero  ()

La Habana.- Los linchamientos son comunes en muchos de los países de América. En Guatemala ocurren cada cierto tiempo. También en Perú, y son más habituales en Bolivia, un país donde se pueden encontrar letreros que advierten que el ladrón sorprendido será linchado. Pero no solo las masas ajustician al ladrón, sino también al violador o al asesino.

En Cuba falta poco para que ocurra el primer caso, si es que ya no hay alguno oculto por ahí, al que no han tenido acceso los voceros de las redes, los únicos que dicen la verdad, y los que verdaderamente informan de la situación del país, porque los medios acreditados hacen silencio, a veces silencio cómplice, y en esos incluyo a los extranjeros.

La víspera, algunos de los vecinos de una señora asesinada por un nieto drogadicto, al que además le faltaba media pierna, le dieron unos buenos golpes mientras un vehículo de la policía con unos inexpertos agentes intentaban sacarlo de la casa y llevárselo preso.

Los que han visto el vídeo se dieron cuenta de que el vecindario estaba exaltado, y de que los policías no inspiran respeto alguno, no solo por su presencia y por su porte, sino porque el cuerpo de vigilantes que ha creado el gobierno parece más otra cosa que el de agentes del orden. Todo eso sin contar que su principal y única función es la cacería de todo el que critique al gobierno.

Esta madrugada, en Pina, en Ciego de Ávila, los vecinos sorprendieron a un delincuente en el techo de una vivienda, luego de haber robado en la casa de una mujer con dos niños. Fue la población la que lo detuvo y esperaron a que llegara la policía para que se lo llevara.

El detenido es sospechoso de la muerte de un anciano, ocurrida el día antes, para robarle una bicicleta y dinero.

Solo la llegada de los policías evitó que la población lo linchara. Y no es la primera vez que ocurre. En los últimos tiempos se ha hecho habitual que personas sorprendan a un ladrón o a un asesino, lo detengan y luego esperen a que vengan los policías, a veces muchas horas después. Pero esto puede terminar en cualquier momento, porque el cubano vive al límite y en situaciones así se puede perder el control.

Nadie puede ejercer la justicia por su mano, pero tampoco nadie debe asesinar a otro para robarle una moto, una bicicleta, sus animales, sus joyas, su dinero o la comida de su refrigerador. En un país normal esas cosas no ocurrirían jamás, pero el nuestro ya no es normal. Ha dejado de serlo y los que salimos cada día a la calle, sabemos que estamos en peligro constante.

Hace dos días, mientras caminaba por San Lázaro en dirección a Infanta, un joven, como de 22 años, cruzó la calle en dirección a donde yo iba y lo primero que hice fue ponerme en guardia. Al final, el muchacho estaba de visita en La Habana y solo buscaba una dirección, pero podía ser alguien que quisiera mi celular, o el poco dinero que llevaba encima, o cualquiera sabe qué cosas.

Todo ese clima de violencia, acentuado por el auge desmedido del consumo de droga, sin que la policía haga nada con los productores o vendedores del llamado ‘químico’, crea un ambiente propicio para que, en cualquier momento, comiencen los linchamientos, tal como ocurren en otros lugares del mundo.

(La imagen es de Bolivia)

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