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Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- Me llamó poderosamente la atención que el paladín de «hablar con el pueblo», el mismo «la resistencia creativa», y quien lanzó a la guerra civil a su pueblo, el ‘queridísimo’ Miguel Díaz-Canel, diga que siente vergüenza de gente como yo, honesta, que lo critica en las redes sociales por desbaratar el país y sumirlo en la más absoluta miseria.
¿Acaso eso no es criticable, siendo usted, por el cargo que ostenta, el primer responsable de tamaña situación?
De dictadores es no admitir la crítica, y como este hombre se ha vanagloriado muchísimas veces de querer hablar con el pueblo, al mismo que un día llamó a la guerra civil, ahora observa en santa paz cómo se desangra día tras día, pidiéndole sacrificios mientras él vive en la opulencia.
No podemos olvidar que hace algún tiempo el señor Díaz-Canel nos llamó borrachos y trasnochados, aunque entonces decidí no hacerle caso, tampoco olvido que nos ha llamado odiadores y rabiosos.
Me gustaría decir que se equivoca, porque, por ejemplo, yo tomo buenos vinos igual que él, con la diferencia de que yo me los pago con mi trabajo y él los paga con el sudor de mi pueblo. ¡Vean qué diferencia!
A este señor quiero decirle que nunca he odiado a nadie, ni nada, porque son cosas que no van conmigo, y, simplemente cuando en alguna red social, alguien no está de acuerdo conmigo, desde el respeto -cosa que él como dictador equivocado no admite- entonces debatimos, lleguemos a un acuerdo o no.
Y como el impuesto presidente ha manifestado siempre su rechazo a la crítica, faltándonos al respeto una y otra vez, se convierte en un dirigente de la misma altura y catadura -que pudiera ser caradura, de los Nicolás Maduro y Daniel Ortega, torpes e iletrados donde los haya.
Le digo, además, que sí nací y crecí algunos años en Cuba, pero no me formé, por suerte, allí, sino quizás hoy estaría en algunas de las mazmorras suyas, sólo por el hecho de protestar pacíficamente, porque no soy violento como usted y esa mafia que defiende y con la cual compadrea.
Debería usted sentir agradecimiento por nosotros, porque a pesar de vivir muy lejos y de tenernos sometidos al chantaje emocional, en gran medida, lo mantenemos con nuestro dinero.
Piense en estas interrogantes y me dirá:
¿Qué sería de sus tiendas en dólares sin nosotros?
¿Qué sería del turismo sin nosotros?
¿Qué sería de todo ese entramado de empresas que el gobierno cubano tiene en el extranjero para enviar paquetes, alimentos, recargas, alquiler de coches, venta de billetes de avión, sin los cubanos de la diáspora?
Le recomiendo buscar el significado del verbo agradecer y metérselo en su cabecita. Ah, y aprensa a aceptar la crítica, aunque la mejor opción sería, por favor, que se fuera.