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EL NIÑO QUE JUGABA CON IMANES

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Por Edmundo Dantés Junior
La Habana.- Y con libros, leía libros, todos los libros. No había juguetes en los ’90. Aún hoy, no sé si no quería juguetes, o por no haber, no los quería. Prefería -o eso creo- coger pedacitos de imán sobre una mesa, pretender que eran personas y, con otro imán por debajo, moverlos, manipularlos sin que se viera, estuvieran «vivos y libres», y se movieran hacia donde yo quería.
Mi hermana mayor me dio «La guerra y la paz», «Dinka», «Ronja la hija del bandolero», «Ivan», «Harry Potter», «La alfombra voladora», «Los tres de la plaza de los cañones». Los leíamos a oscuras.
Soy el hombre nuevo de la revolución
No de la fallida, de la idealizada. Leí, me superé, pienso por mí mismo, lo expreso, siento lo que sucede al pobre, al rico, al proletario, al Mipymero, al emigrante, al manicero…
Pero por amor a los míos, hablo de la injusticia con miedo a los que están en el poder, no como ellos, porque los que están en el poder ahora, son los mismos que hablan hoy en nombre de los que lucharon por la injusticia en su momento y me desconcierta que sean meta y yugo.
Son esos que te siguen hablando de la «igualdad» y citan a Martí, a Fidel, desde su mansión hecha con la corrupción de nuestro silencio.
Esos que justifican el fin con los medios, aunque «los medios» sean nuestra hambre y carencias.
Recibimos una desigualdad opuesta a su discurso, modo de vida, y además te piden que culpes a otros, con ellos, todos juntos, marchas, tribunas, que injusto todo. Gritamos, y ellos ese día marchan también, como si sufrieran lo mismo, como si no pudiéramos ver que el bloqueo no nos toca todos. Que el bloqueo marcha con nosotros.
Para los niños no hay juguetes, tampoco hay comida, pero no empezó ahí. Los juguetes se vendían hasta que llegó Fidel y lo comenzó a cambiar todo. Comenzó gradualmente a vender «juguetes básico y dirigido». Había corrupción, pues entre otras aberraciones solo llegaba una bicicleta por tienda. La racionalización comenzó desde los niños. Y en las escuelas «Queremos ser como el Che», decíamos.
Juguetes artesanales cubanos. Fusiles.Tengo la mitad de la edad de la revolución, nací con ella. Siempre ha estado ahí. Hoy los niños de los nuevos ricos tienen juguetes, y los niños de los demás trabajan, mal estudian. Nada de eso es culpa del bloqueo.
La sobredosis de revolución, la endiosación de Fidel por parte de sí mismo como sabemos fue gradual y culpa de todos. Hablaba y hablaba, convencía a los habitantes de la cueva, «ahora quitaremos los juguetes y será uno por niño para que todos sean iguales», decía mientras sustituía las creencias de los ciegos por sí mismo en pancartas gigantes por todo el país, en las mentes de todo el país.
«No se debe creer en Dios, crean en mí», decía. «Todo irá bien, hablo en nombre de todos, y todos seremos iguales, puede tomar un año o toda la vida, pero lo lograremos». ¡Qué lindo, verdad!
Mientras tanto, la corrupción juguetil crecía junto a todas las demás. Él, ni los demás dinosaurios actuales tenía dinero cuando triunfó la revolución. Sin embargo, todas sus familias tienen hoy dinero, empresas, Mipymes, casas, viajan, gozan, arrasan.
Pero parece que mientras vayan a las marchas, sientes que los dioses bajan a la tierra y codo a codo contigo piden la igualdad que te prometieron, y culpan a otros de eso que tú no tienes, aunque ellos sí, que creas que «son iguales a ti» porque lo dicen.
Soy el hombre nuevo fallido de la revolución
Leído y «escribido», sin juguetes, y sin corriente. No creo en ninguna igualdad, ni en la que prometieron, ni en la que no existe. No aquí, en ningún lugar. El mundo no funciona así, el humano no funciona así.
Si hay pocos juguetes, quieres uno para tu hijo, y si le pagas a sobreprecio al de los tickets para entrar primero y ser el uno en la cola, eres parte de la corrupción.Y  ese de los tickets, con ese dinero, compra leche a sobreprecio para sus propios hijos. Lucharla se llama.
Lucharla es un producto de la revolución. Jugar contigo, también. Tú eres el juguete de la revolución.
¿Sus motivaciones fueron genuinas? A veces pensaba que sí, pero ya hoy creo que no.
Porque si fuese yo quien hizo todas esas cosas mientras me aprovechaba por detrás, lo supiera. El niño que jugaba con imanes, mientras esperaba que pusieran la corriente, o que el viejo de la barba dejara de hablar en cadena nacional para ver los muñequitos. Pero hoy, hoy no. Consciente o inconsciente, tú sabes lo que estás haciendo. Tú sabes que estás moviendo los imanes.
Si te gusta, te gusta
Si te paras y dices frente a millones: «ahora quitaremos la navidad y celebraremos en julio  el asalto al cuartel Moncada -al que ni llegaste-. Cada niño tendrá un solo juguete asignado, y te aplauden, hacen lo que dices sin chistar… Y te gusta, tú sigues, al menos ese tipo de hombre sigue.
Si te sientes un dios, se lo creen, y te gusta, tú sigues. Y si los niños cuando crezcan no creen en ti, los metes presos por no creyentes y ya. Eso ha pasado antes.
El humano funciona así. El que tenga el poder, tiene el control aunque no tenga la verdad.
Soy el hombre producto de la revolución fallida
Hoy la mano sobre los imanes se ve, la sientes sobre ti. Si no la ves es que no miras. Creo en la bondad del hombre, pero también sé que «la unidad» no se impone. Que lo sientes o no lo sientes. Por Facebook no se quita un gobierno, ni por Youtube se derroca una dictadura hablando mal del reguetonero de turno.
También sé que todo es válido, y aplaudo cada opinión propia aunque la crea mal, es mi opinión como la de ellos es otra. Aunque los métodos no los comparta. Todo, todo funciona. Porque si es hecho desde la verdad, y lo sientes, lo sientes. Videos, poemas, música, chismes, quejas, denuncias, memes, ellos mismos. Todo está lacerando la revolución anclada con un ancla de juguete plástica comprada con dólares enemigos saltando el bloqueo.
No somos imán. Somos mi hermana, sus libros, los presos, los que viven y ya, los emigrados y los que se quedaron. Las quejas, denuncias. La libertad ansiada.
Ellos son los caramelos de la dolarizada revolución.

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