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El Necio: radiografía de un comunista servil

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Pedro Jorge Velázquez, conocido como “El Necio” (@ElNecio_Cuba), probablemente cumple un papel funcional clave dentro del aparato ideológico de la dictadura cubana. No es simplemente un simpatizante del sistema: es una figura cuidadosamente posicionada para operar como un vocero informal del régimen, con un lenguaje más fresco, moderno y digerible para audiencias jóvenes.

Su perfil no es el de un militante tradicional ni un burócrata gris, sino el de un comunicador que mezcla ideología, estilo y presencia digital, lo que lo hace más eficaz en su rol propagandístico.

Este tipo de figura ha sido utilizada en muchas dictaduras, y el modelo de la KGB soviética ofrece un marco útil para entenderlo.

En dictaduras como la soviética, la china, o incluso la venezolana, se tiende a construir figuras que no están directamente en el organigrama del Estado, pero que son parte de su estructura de influencia. No siempre se les da un guion detallado, pero sí se les impone una línea ideológica clara, con límites que no pueden cruzar. A cambio, se les ofrece visibilidad, privilegios, acceso y protección. Esto parece ser exactamente el caso de “El Necio”.

Él se presenta como alguien crítico dentro de la Revolución, lo cual es útil para el régimen: canaliza molestias, aparenta debate, y transmite la ilusión de pluralismo. Sin embargo, nunca toca el poder real, nunca cuestiona a GAESA, nunca rompe con el Partido ni con la figura de Fidel. De hecho, su crítica es funcional: sirve para identificar errores menores sin poner en duda la legitimidad del sistema. Este tipo de personaje es clave para sostener una dictadura en tiempos de crisis: actúa como un amortiguador del descontento.

Un instrumento de régimen

Además, por su perfil, carisma y presencia en redes, se convierte en una especie de “rostro amable” del régimen, especialmente ante jóvenes que no se identifican con los viejos voceros del Partido.

Por eso el régimen lo cuida, lo promueve y lo utiliza como un embajador ideológico en el ciberespacio. Pero también lo vigila. Porque una figura con audiencia propia, formación intelectual y visibilidad es también un riesgo. Si se vira, si se desencanta o si decide usar su plataforma para decir la verdad completa, se convierte en un desertor peligroso, mucho más dañino que un opositor tradicional.

Por tanto, lo más probable es que el régimen le permita cierta libertad en la forma, pero no en el fondo. Le deja jugar con las palabras, pero no con las ideas. Puede parecer crítico, pero solo dentro del marco permitido. Así lo moldean, lo recompensan y lo usan. Y si alguna vez se sale del guion, saben cómo cortarle las alas.

En resumen, “El Necio” es un instrumento diseñado para cumplir un rol preciso en la guerra comunicacional del régimen: defender la Revolución con lenguaje joven, aparentar crítica para desactivar rebeldía real, y proteger el sistema desde adentro. Como hacía la KGB con sus intelectuales funcionales, el régimen cubano lo necesita —pero también, en el fondo, le teme. (Tomado de un Post de San Memero)

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