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En esta imagen cubierta por la nieve se esconde una historia fascinante. El hombre que aparece en ella es Osip Bernstein, un gran maestro ruso de ajedrez cuya vida estuvo marcada no solo por su genialidad en el tablero, sino también por la tragedia y el azar.
En los años posteriores a la Revolución Rusa, Bernstein fue arrestado por las autoridades bolcheviques acusado de ser un «capitalista burgués». La sentencia era clara: ejecución por fusilamiento.
En el último momento, un oficial que lo reconoció como ajedrecista le propuso una forma inusual de probar su identidad y, quizás, salvar su vida: jugar una partida de ajedrez. Si realmente era quien decía ser, debía demostrarlo en el tablero.
Bernstein aceptó. Frente al pelotón, con su vida en juego, desplegó un estilo agresivo y brillante que no dejó dudas: venció al oficial. Impresionado, este detuvo la ejecución y le perdonó la vida.
Aquel día, el ajedrez no solo fue un juego: se convirtió en un arma de supervivencia. Bernstein continuó su carrera y más tarde se estableció en Francia, donde siguió compitiendo y dejando huella en la historia del ajedrez mundial. (Tomado de Datos Históricos)