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Por Ramón García Guerra ()
La Habana.- Sabemos que la empresa estatal en China produce el 68 por ciento del PIB anual. Lo hace gracias al tipo de acompañamiento que recibe de su Gobierno. Esta política de Estado consiste en elevar el valor agregado del producto. También en hacer que cumpla la función social que le ha sido asignada.
Explica eso la amplitud y variedad en el repertorio de políticas de Gobierno chino. Estas incluyen la creación y asignación de fondos en áreas estratégicas en el desarrollo de la economía. Además, incluyen la realización de encargos estatales a las empresas y la facilitación de la internacionalización de sus empresas, etcétera.
Luego, el 25 por ciento del PIB chino se dedica a la inversión. Mientras tanto, el 75% que se destina al consumo es empleado en mejorar el capital humano y en reducir la pobreza. Precisamente, es ese el plan de Xi Jinping: Make China Great Again. Aclaro que no es igual ni se parece a volver al tiempo de las dinastías y quedar atrapada en sus fronteras.
La estrategia del Imperio chino en expansión es la del elefante. Su objetivo es lograr ser de los grandes en la selva imponiéndose al resto por su peso. Esto mientras no deja de ser un herbívoro.
Pareciera que el referente del Imperio chino hoy emergente es la Dinastía Tang (206-907 d.C.). Esta etapa de la historia se considera la cúspide de la civilización china. En ella se dio un equilibrio perfecto entre el poder centralizado, la meritocracia y una economía prospera.
Suficiente con tener en cuenta las estructuras de poder existentes hoy en China. También las políticas adoptadas por el Gobierno chino, dentro y fuera de sus fronteras.
Desde el sistema de tributación equitativa hasta la realización de grandes obras públicas. Esto pasa por la apertura cultural a otras civilizaciones. Luego la clave del éxito de la Dinastía Tang se haya en tres pilares que se repiten en la actualidad. Estos son la estabilidad burocrática, política de apertura (budismo, arte persa, música centro asiática) y ejército profesional.
Todo eso sucede en China cuando Europa era un oscuro rincón del mundo.
Seiscientos o 900 años después se crea el primer sistema mundial con la expansión colonialista de Europa y ocurre la primera revolución industrial en Inglaterra.
La actual civilización china es un sistema de inteligencia con gran autonomía, que crece y se actualiza en medio del proceso. Pero no lo hace como en el capitalismo de Schumpeter, que avanza a partir de la innovación, la destrucción creativa y la figura del empresario.
Podría decir que la filosofía del ganar-ganar se asemeja a la ideología del libre comercio, aunque se trata de dos cosas muy diferentes. Quizá lo que estas últimas tienen en común es que quien la adopta es porque se sabe ganador.
Esto es fácil de advertir en la reacción de los chinos ante la guerra comercial iniciada por Donald Trump contra China y el mundo. Siendo así, creo que el desafío de los países que buscan una reinserción exitosa en una economía mundial que se reconfigura a saltos con los chinos a la vanguardia. No se reduce en convertirse en una copia del modelo chino. Sino que los obliga a reinventarse para conservar su autonomía y maximizar sus beneficios en la relación con el gigante asiático.
Partiendo de Cuba y su realidad le invito a pensar en la situación de la Isla en medio de un sistema capitalista mundial. Este sistema es hegemonizado por los chinos en un futuro inmediato.
Los «pueblos nuevos» (diz. Darcy Ribeiro) como el cubano han sido el resultado de un proceso histórico cultural. Este se dio en la periferia del sistema capitalista mundial. En donde Europa y las Américas se reinventan, dando paso a la civilización occidental que conocemos en la actualidad.
Entonces es que, al llegar a este punto de la historia, trato de imaginar el lugar de Cuba en tierras chinas en la época de la Dinastía Tang. Se me ocurre que podríamos haber sido en el mejor de los casos el Reino de Nanzhao en Yunnan. Este se constituyó como un Estado independiente de facto después de la rebelión en el siglo XVIII. Pero, en el peor de los casos, pudimos ser algún protectorado en el Asia central. Allí los Tang permitieron que líderes locales gobernaran bajo la supervisión de funcionarios militares, siempre que se pagaran los tributos.
Para que nada de eso nos suceda, Cuba debe de darse formas propias y practicar una relación de iguales con China.