Enter your email address below and subscribe to our newsletter

El hambre no se alimenta de proyectos

Comparte esta noticia

Por Oscar Durán

La Habana.- Otra vez lo mismo. Otra vez el cuento. Otra vez la foto, el taller, las sonrisas falsas y los titulares que venden humo. ¡Actúa Diferente! se llama el programa. Y lo cierto es que sí actúa diferente… pero solo en los papeles. En la vida real, en la Cuba profunda, en la Cuba de los estómagos vacíos y las mesas sin pan, todo sigue exactamente igual. O peor.

Nos quieren vender como éxito lo que no es más que una tirita sobre una hemorragia. Que si 52 entidades beneficiadas, que si 16 sistemas de abastecimiento, que si miles de personas impactadas. Y mientras tanto, usted que me lee, tiene que recorrer tres municipios para encontrar una libra de arroz. Usted que me lee, sabe que el boniato vale más que un dólar y que el aceite se convirtió en artículo de lujo, solo accesible si tiene familia en Hialeah.

La cooperación internacional hace lo que puede. No se le puede pedir más. Ellos ponen dinero, ponen recursos, ponen voluntad. Pero, ¿y el Estado cubano? Ese no pone nada. Ese se limita a esperar que le traigan los sacos de harina, los tanques de aceite y las cajas de atún, para luego venderlas —a precio de sangre— en los mercados estatales. Y después, con la cara dura que los caracteriza, salen en la Mesa Redonda a decir que ellos están garantizando la alimentación del pueblo. Mentira podrida.

Aquí no hay ningún modelo productivo. No hay sostenibilidad. No hay soberanía. Lo que hay es un sistema diseñado para que la gente dependa eternamente de la limosna, sea extranjera o doméstica. Y cuando la limosna no alcanza, entonces aplican la receta de siempre: hambre, control y represión.

Pregunto: ¿dónde estaba la famosa “soberanía alimentaria” cuando la abuela de Niceto Pérez se quedó tres días sin comer? ¿Dónde estaba el “modelo exitoso” cuando el campesino de Río Cauto tuvo que vender su puerco clandestinamente para no perderlo todo? ¿Dónde estaba la “integración de la ciencia con la producción” cuando la escuela de Songo-La Maya no tenía ni un boniato para darle a los niños?

Basta ya de cinismo. Basta de usar la cooperación internacional como coartada para tapar la incompetencia, la desidia y la miseria. El día que Koica se vaya, que el PMA se canse, que los donantes digan “se acabó”, este país se derrumba como castillo de naipes. Porque aquí no se ha construido nada. Solo se ha gestionado la pobreza, se ha administrado la escasez y se ha perfeccionado el arte de culpar a otros por los fracasos propios.

Si de verdad quieren actuar diferente, empiecen por desmontar este modelo absurdo que convirtió a Cuba en un país incapaz de producir su propio pan. Y si no tienen el coraje de hacerlo, al menos tengan la decencia de no disfrazar de éxito lo que no es más que otra triste limosna maquillada de proyecto social.

Deja un comentario