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El grotesco destino de George Parrott

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La vida de George Parrott, conocido como Big Nose George, fue tan violenta como grotesco su destino final.

En 1878, tras asesinar a dos alguaciles durante un fallido asalto a un tren en Montana, se convirtió en uno de los hombres más buscados del Viejo Oeste. Durante meses burló a la justicia, hasta que en 1880 fue capturado en Rawlins, Wyoming. Intentó fugarse, pero una turba enfurecida de vecinos decidió tomar la justicia por su mano y lo linchó en plena calle.

Lo insólito comenzó después. Dos médicos locales, interesados en estudiar su “anatomía criminal”, se quedaron con el cadáver. El cráneo fue serrado y entregado a una joven asistente, Lillian Heath, que durante años lo utilizó como cenicero y tope de puerta.

La piel del forajido fue curtida y convertida en zapatos y un maletín que el propio John Eugene Osborne —uno de los médicos— usó con orgullo años más tarde, incluso durante su investidura como gobernador de Wyoming en 1893.

El resto del cuerpo fue desmembrado, conservado en salmuera y enterrado en un barril. Décadas más tarde, en 1950, albañiles descubrieron los restos al excavar, encontrando junto a los huesos un par de zapatos de un cuero inquietantemente humano.

Hoy, los restos de Big Nose George no descansan en paz. Fragmentos de su cráneo, los zapatos y otros objetos están repartidos entre museos de Wyoming y Nebraska.

Su historia es una de las más macabras del Viejo Oeste: la de un criminal que, incluso después de muerto, se convirtió en un trofeo y un símbolo de la delgada línea entre justicia y barbarie. (Tomado de Datos Históricos)

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