Enter your email address below and subscribe to our newsletter

EL FANATISMO NO LLEVA A NADA BUENO

Comparte esta noticia

Por Fernando Clavero ()

La Habana.- Mi hijo acaba de perder un amigo. Uno de esos con los cuales caminó buena parte de su vida y por el cual sentía admiración. Y hasta la siente aún, porque mi hijo lo sigue queriendo, pero…

El amigo de mi hijo es culé. Culés son esos que hinchan por el Barcelona y que en Cuba se creen más fanáticos que los más acérrimos aficionados nacidos en Barcelona, Rosario, Montevideo o Girona.

Mi hijo también tiene simpatías por el fútbol. Es fan del Madrid. Tiene bufandas del Real Madrid, banderas, camisetas. Hasta el escudo se ha tatuado en una pierna, pero no le impone a nadie su fe.

Mi hijo respeta las pasiones. Tal cual disfruta la suya, entiende las otras. No va por ahí ofendiendo al que viste de blaugrana, ni imponiendo su ideología deportiva. Cree que el deporte es solo eso.

Es tolerante mi muchacho. Incluso, en su muro de Facebook muy pocas veces postea cosas del Real Madrid, porque sabe que tiene amigos que son fans del Barcelona y del Atlético de Madrid, y evita lastimarlos.

El amigo de mi hijo es todo lo contrario. El que no piense como él, está equivocado. Si alguien dice que algún futbolista es mejor que Messi, es un tonto. Y si le mencionan a Cristiano Ronaldo, se enferma.

Para Miguel, así se llama, ningún club ha sido gestionado mejor que el Barcelona. Lo de los pagos a Negreira es mentira. Las 15 Champions del Real Madrid son un invento. El Madrid condecoró a Franco y robó a los culés.

Los penales a favor del Barcelona siempre son justos. Lo mismo que los que pitan en el área del Real Madrid. Los que les marcan a los rivales del Madrid están marcados por las manos sangrientas de Floper.

Cuando eres incapaz de discernir

Cuando el Barcelona estuvo más de dos años sin penaltis en contra, era la magia de Guardiola, de Luis Enrique, de Xavi, Iniesta y el celestial juego de Messi. Pero en ese equipo había un Mascherano y un Luis Suárez.

Había un jugador brusco, como el argentino y un tramposo, como el uruguayo. Pero eso no se le puede mencionar al amigo de mi hijo, que se cree dueño de la verdad absoluta, lastimosamente.

Otros amigos de mi hijo, incluso los que hinchan por el Barcelona, me han llamado la atención sobre eso. Me han mandado capturas de pantalla sobre sus posiciones, me comentan preocupados.

«Miguelito está enfermo con su fanatismo, Fernando», me dijo hace unos días uno de los amigos, y me mandó por Whatsapp una captura de pantalla de un comentario suyo, enfilando los cañones a los que piensan contrario.

Pero Miguel es cubano. Y los cubanos siempre nos hemos creído con la razón. Para nosotros no hay tonos grises. Todo es negro o blanco, y así ha sido desde siempre.

Mi abuelo me decía de las pasiones desbordadas en tiempos de la pelota profesional cubana. Si eras del Almendares, el Habana no servía. Y lo mismo si tus colores eran habanistas.

Pasa, incluso, en política. En Cuba hay que pensar como piensan los que gobiernan. Si tu línea de pensamiento se aparta, eres enemigo, o te está pagando la CIA, la Usaid o cualquiera sabe.

Con Miguel pasa lo mismo. Sólo él sabe, es el único con razón o capacidad de análisis para discernir de qué lado está la verdad, si es que hay una sola, porque en el deporte, como en todo en la vida, puede haber más.

A mi hijo Fernandito le duelen estas posiciones. Lamenta que Miguel se esté apartando solo, sin que nadie lo empuje, y caiga en los brazos de los que lo siguen como si él fuera un dios y los supiera todo.

Al final, creo que me alegro. El extremismo no tiene porqué entrar en mi casa ni en mi familia y mucho menos en mis hijos. Cada quien escoge sus posiciones y es responsable de ellas.

Insisto, es mejor tener amigos que enemigos. Y si no eres tolerante, es una prueba de que no eres tan inteligente como alardeas.

Deja un comentario