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El enigma sobre el prisionero de la máscara de hierro

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Durante décadas, su rostro fue un secreto. Su nombre, un susurro prohibido. Su existencia, una vergüenza encerrada en hierro.

En los años dorados del reinado de Luis XIV, un hombre fue encerrado en las prisiones más temidas de Francia: la Bastilla, Sainte-Marguerite, Pignerol. Siempre vigilado. Siempre aislado. Oculto siempre… tras una máscara.

Algunos decían que era de terciopelo negro. Otros juraban que era de hierro.

Pero lo que nadie podía explicar era quién era realmente.

¿Un hermano gemelo del rey? ¿Un noble traidor? ¿Un militar caído en desgracia? Las teorías han cruzado siglos, alimentadas por el misterio y el silencio de los registros oficiales.

Lo cierto es que aquel prisionero vivió durante más de 30 años encerrado, con trato distinguido pero sin derecho a revelar su rostro ni su nombre. Solo el carcelero sabía a quién custodiaba… y lo llevó consigo a cada traslado, bajo órdenes directas de la corona.

Murió en 1703, enterrado bajo el nombre falso de “Marchioly”. Sin funeral. Sin rostro. Y también sin historia.

Pero su leyenda sobrevivió al tiempo.

Voltaire la repitió. Dumas la reinventó. El cine la inmortalizó. Y aún hoy, en lo profundo de los archivos y los mitos, su figura nos recuerda que incluso los reyes más poderosos temían algo más que la guerra: el poder de la verdad. (Tomado de Datos Históricos)

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