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Por Padre Alberto reyes Pías (Especial para El Vigía de Cuba)
Florida, Camagüey.- Llega un aniversario más de las protestas populares del 11 de Julio, un día que ya, para siempre, será un hito en nuestra historia. A ese día yo lo llamaría el día de la verdad.
Fue el día que mostró la verdad de lo que quiere este pueblo, el día en que las voces pidieron a gritos un “cambio de sistema”. Se escuchó en todas partes “patria y vida” y “libertad”.
Porque es mentira que, como pueblo, queremos seguir viviendo bajo un régimen marxista-leninista. También es mentira que, como pueblo, queremos prolongar esta llamada “Revolución” y ser “continuidad”.
Fue el día que mostró la cara real de los que ejercen el poder político sobre esta isla, el día en que se hizo evidente. Esta “Revolución” no es “de todos y para el bien de todos”, no es para el pueblo sino contra el pueblo. Fue el día que mostró que los que ejercen el poder no están allí para escuchar y servir al pueblo sino para someterlo y usarlo. Esta es su plataforma de vida que no conoce límites aunque el precio sea la destrucción del país y de las personas, cuya realidad no les importa.
Fue el día que mostró la sumisión obediente de aquellos que fueron capaces de reprimir y golpear, de agredir y encarcelar. Son personas que sufren las mismas penurias de los demás, las mismas escaseces y dificultades cotidianas del resto del pueblo. Sin embargo, en vez de unirse a los que clamaban libertad, prefirieron ser la mano dura de aquellos a los cuales deben una vida miserable. Tal vez incluso la emigración de sus hijos, aquellos que los hacen vivir en el miedo y la amenaza.
Fue el día que mostró la fragilidad psicológica de tantos jóvenes: del servicio militar, de los Camilitos, Boinas rojas. Se les ordenó golpear a su propio pueblo, y fueron incapaces de elegir una postura digna. No dijeron: “Yo no haré eso”.
Fue el día en que mucha gente se rindió ante el miedo y las amenazas, ante la incertidumbre y las presiones. Además, este día mostró el abuso desmedido de poder y las exhibiciones de control y de fuerza de los órganos represivos.
Pero también, fue el día en que mucha, muchísima gente, se creció ante el miedo, el día en que tantos levantaron la cabeza con dignidad heroica. Mantuvieron de mil formas diversas el “¡Basta ya!” que los impulsó a salir a las calles. Fue el día en que muchos asumieron los precios de decir la verdad y defender, para todos, la libertad. Se llevaron con ellos a las cárceles la dignidad de todo un pueblo.
Y fue el día de la esperanza, el día que nos demostró que el alma de este pueblo sigue viva. Nos mostró que el ansia de libertad no está vencida. Fue el día que mostró al mundo que la propaganda idealista ha sido mentira. Cuba es cárcel y no paraíso. Fue el día en que este pueblo demostró que puede unirse y levantarse. Este día nos confirma que somos capaces de encontrar una salida.