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El derrumbe moral y estratégico del Partido Demócrata: ¿Hay retorno posible?

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Por Jorge L. León (Historiador e investigador)

Houston.- La derrota aplastante de Kamala Harris no solo confirmó las limitaciones de su candidatura: expuso una fractura profunda dentro del Partido Demócrata. Fue una campaña sin sustancia: entrevistas débiles, gestualidad nerviosa, sonrisas forzadas y ausencia total de argumentos sólidos.

Harris no logró conectar con el votante promedio, ni generar confianza. Era una figura sin eco, sin color político definido y sin un proyecto capaz de inspirar.

En las elecciones de mitad de mandato de 2022, el Partido Demócrata perdió 9 escaños en la Cámara de Representantes y 2 en el Senado, señal clara de la desconexión con amplios sectores del electorado.

Ese fracaso abrió en el partido una carrera urgente por encontrar un contrapeso a Donald Trump. Pero, como muchos sostienen —y me incluyo—, el problema no es un candidato aislado: es un partido que ha jugado durante años una política abiertamente antinacional. La desconexión con la clase trabajadora se ha vuelto abismal. A ello se suman fallas evidentes en seguridad nacional, debilidad en el apoyo a la industria interna, inflación persistente y un apego excesivo a las corrientes identitarias que han fragmentado su base tradicional.

Según datos oficiales del Departamento de Trabajo de EE.UU., la inflación alcanzó picos de hasta un 9.1% en junio de 2022, la más alta en 40 años, afectando especialmente a los sectores más vulnerables y golpeando el poder adquisitivo de la clase media y trabajadora.

En el terreno de la seguridad, informes bipartidistas señalaron que la administración demócrata mostró fallos en la gestión de la frontera sur y en la lucha contra amenazas internas, elementos que se convirtieron en temas centrales de crítica en las elecciones recientes.

Así, pieza a pieza, el partido se fue hundiendo.

Ken Martin en la recámara

El intento de revertir este escenario tiene hoy un nombre: Ken Martin, presidente del Comité Nacional Demócrata. Su misión declarada es devolver competitividad al partido, debilitar la fuerza política de Trump y preparar el terreno para una victoria en 2028. Pero ¿puede lograrlo?

La tarea rebasa lo posible. El tiempo es mínimo, el desgaste es enorme y las bases ideológicas del partido —dominadas por una izquierda desbordada, impopular y desconectada de la realidad cotidiana del país— obstaculizan toda renovación genuina. Aunque Martin posee capacidad organizativa, su influencia real es limitada frente a las fracturas internas, los personalismos y la tendencia del partido a anteponer sus intereses estructurales sobre las necesidades de la nación.

En un sondeo de Gallup de 2023, solo un 35% de los estadounidenses se identificaron como demócratas o simpatizantes, la cifra más baja en dos décadas, mientras que la desaprobación general del partido superó el 50% en varios estados clave.

Y, para colmo, sus primeros meses no muestran resultados concretos. Las divisiones persisten, el caos estratégico continúa y el mensaje demócrata permanece confuso y sin dirección.

¿Puede renacer el Partido Demócrata?

En las condiciones actuales, la respuesta más honesta es no. Sin una ruptura con su deriva ideológica, sin liderazgo auténtico y sin volver a mirar al país real —y no a sus burbujas internas—, el retorno parece imposible. La polémica continua …

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