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Por Datos Históricos
La Habana.- En el corazón del Museo Salar Jang, en la India, se esconde una de las esculturas más enigmáticas del siglo XIX. Obra de un escultor francés anónimo, esta pieza esculpida en una sola pieza de sicomoro antiguo desafía no solo la técnica, sino también la percepción.
Se le conoce como “La doble estatua de Mefistófeles y Margarita”, y es mucho más que una escultura: es un diálogo de sombras y opuestos.
Vista desde un ángulo, muestra el rostro sombrío y afilado de Mefistófeles, el demonio seductor de la leyenda de Fausto. Al girar en torno a ella, emerge la figura serena y delicada de Margarita, símbolo de inocencia y redención.
Pero desde el frente… parece una figura completa. Masculina o femenina, dependiendo del ángulo del espectador. Es un juego de ilusión, equilibrio y maestría.
Detrás de la escultura, un gran espejo permite admirar simultáneamente ambos rostros, como si el tiempo y el espacio se plegaran para revelar las dos caras de una misma historia.
La escultura no tiene firma. Pero lo que sí tiene es una enseñanza: que el bien y el mal, la luz y la sombra, el deseo y la pureza… pueden habitar el mismo cuerpo. Solo hace falta mirarlo desde el ángulo correcto.