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El 48% y las matemáticas que no cuadran

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- A ver, Unión Eléctrica, que alguien se siente con ellos y les explique que un porcentaje no es un consuelo. Que decir que el 48% del país está en apagón simultáneo suena a estadística fría, a dato de esos que se sueltan en una reunión con corbata y aire acondicionado.

Pero aquí abajo, el 48% es la familia que lleva cuarenta horas viendo cómo se le echa a perder toda la comida de la nevera. Es el 48% de la isla sudando la gota gorda, sin agua, sin ventilador, sin nada. Es el ciento por ciento de desespero en cada casa a oscuras. Sus matemáticas no nos cuadran.

Hablan de «afectación estimada» y de «evitar apagones desordenados». Qué lenguaje tan bonito tienen para describir el caos. ¿Saben qué es un apagón desordenado? Pues es lo que tenemos desde hace años. Es el que llega sin aviso, el que te jura que serán cuatro horas y se planta en cuarenta.

El apagón desordenado es el que te parte el día en dos y te fastidia la vida. Eso ya es desorden puro y duro. Lo ordenado sería tener luz, que es para lo que supuestamente están ellos. Todo lo demás es humo y burocracia para vestir de técnico un fracaso monumental.

Un modelo sin ideas

Echan la culpa a las máquinas viejas, a la falta de combustible, al bloqueo. Y sí, vale, es parte del cuento. Pero la verdadera avería no está en los motores de fueloil. La avería está en la soberbia de un sistema que durante décadas ha explotado hasta la ruina lo que tenía y no ha permitido que nadie más meta manos y cerebro para arreglarlo.

Ocho termoeléctricas paradas y 44 motores de generación quietos por no tener diésel no es una crisis, es la prueba final de un modelo que se agotó, que se quedó sin ideas, sin recursos y sin vergüenza.

Mientras ellos sueltan partes con números y megavatios que a nadie le importan, la gente se las está ingeniando como puede. La vida se ha vuelto una calculadora de supervivencia: «Si enciendo esto, ¿aguantará la planta?» o «¿A qué hora vecino me presta un cable?».

Esto no es vivir, es un acto de malabarismo constante. La UNE debería hacer su próximo informe desde un portal de Centro Habana, a las tres de la tarde, con 40 grados a la sombra y sin un abanico que eche aire. A ver si entonces los números les salen distintos.

Lo única que genera con certeza son excusas

Y luego está el cuento de la «recuperación». Que si ya están todas las provincias conectadas al sistema. ¡Faltaría más! ¿Quieren una medalla por hacer lo mínimo que se espera de ellos? Reconectar no es lo mismo que dar luz. Eso es como decir que el grifo funciona, aunque no salga ni una gota.

La gente no necesita que el sistema esté «conectado» en un papel; necesita que el bombillo se encienda cuando pulsa el interruptor. Todo lo demás es puro teatro, un juego de palabras para ocultar la oscuridad de siempre.

Al final, el parte de la UNE es como la tostada de garbanzos: un invento triste para aparentar que hay algo donde no hay nada. Nos quieren vender que controlan la situación con sus datos y sus pronósticos, pero la realidad es tozuda y se cuela por cada rotura del sistema.

La luz se fue, y con ella se fue también la poca credibilidad que les quedaba. Lo único que generan con certeza son excusas. Y con esas, desde luego, no se enciende ni un solo foquito.

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