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Jorge de Mello ()

La Habana.- Es notoria la profusión de comentarios y preocupaciones en las redes sociales, y en las calles, sobre el destino de las donaciones millonarias que están haciendo gobiernos, agencias, ONG y organismos internacionales para mitigar el desastre creado por la furia del huracán Melissa y por los años de abandono que han convertido a millones de personas y decenas de comunidades en vulnerables.

Personalmente no confío en la gestión del gobierno cubano, no me han dado ni un solo motivo para hacerlo. Pero a mí no me consta que la poderosa burocracia se esté apropiando o esté desviando la ayuda monetaria y de insumos que tan generosamente está llegando a Cuba. Tampoco tengo ninguna evidencia que pruebe lo contrario.

Por eso, porque es su obligación, y para evitar dudas y especulaciones, las instituciones del estado cubano encargadas de administrar y distribuir la ayuda humanitaria, deberían manejar su gestión con total transparencia, brindando regularmente, desde el primer momento, informes públicos precisos de cada centavo y hasta cada tornillo que llegue al país para ayudar a los afectados por el huracán.

Si las autoridades no lo hacen así, que es lo que dicta la más elemental decencia y es la única manera de aplacar los cuestionamientos legítimos de la ciudadanía, no intenten decir después que son víctimas de una campaña de descredito orquestada por el enemigo. Porque sabemos que víctimas nunca han sido, además que ese cuento está muy gastado ya.

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