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Por Pablo Alfonso ()
México DF.- El pasado sábado, el impuesto presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, con su brazo derecho en cabestrillo y acompañado por su fiel escudero, Roberto Morales Ojeda, visitó Mayabeque, como parte de eso que ellos llaman «recorridos», que nada resuelven y que terminan por movilizar a la dirigencia para intentar quedar bien, y para asistir a un Pleno del partido comunista.
Antes de seguir quiero dejar algo claro, de lo que me enteré de primera mano: Morales Ojeda tiene que hacerle un informe a Raúl Castro sobre todo lo que ocurre en esas supuestas visitas sorpresivas, y que son más esperadas que los apagones en Güines, sin exagerar.
Podría pensar que, ese sábado, las autoridades de San José de las Lajas fueron sorprendidas in fraganti y no tuvieron tiempo de limpiar las decenas de microvertederos que llenan el pueblo de basura, roedores e insectos, con la amenaza de que las enfermedades causen aún más daños.
Mientras el mandatario se reunía con los altos dirigentes en la sede del Partido comunista, un grupo de trabajadores de comunales, movilizados a toda carrera y a los que dieron overoles para motivarlos, recogieron la basura de los lugares por donde era posible que pasaran los ‘altísimos’ dirigentes del país.
Son cosas que pasan, y ahora recuerdo la visita de enero pasado al pre de Valle Rojo, al que desmantelaron hace una década para convertirlo en sede del comité provincial del Partido comunista y sus dependencias subordinadas, entre ellas el peor periódico que se ha editado en la historia de Cuba, el Mayabeque.
En ese lugar inauguraron entonces el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Félix Varela, que hasta el curso anterior estuvo en Melena del Sur. Y, según un artículo de Granma, fechado por René Tamayo, periodista de cabecera del inepto mandatario, «las cercanías al pujante polo científico de la provincia, a la Universidad de Ciencias Agrarias y a muchos otros centros de investigación, permitirá a los jóvenes interactuar de forma más estrecha con los profesionales altamente preparados que trabajan en esos institutos, muchos de ellos lumbreras en las ciencias básicas».
Eso dice la nota de enero pasado de Tamayo, uno de los muchos periodistas que trabajan con Díaz-Canel y que son los únicos autorizados a publicar en los medios, luego de una revisión exquisita, para que no se vuelva a escapar aquello de «la limonada es la base de todo».
En ese mismo despacho de prensa, lleno de loas, Granma dice que «los estudiantes también se alegran de estar aledaños a la cabecera del territorio, la ciudad de San José, que por su ubicación e interconexiones acorta la distancia del traslado entre municipios», algo que contradice totalmente otras gestiones de los que dirigen la provincia, como por ejemplo lo que hace Salud Pública, que saca de la capital consultas, salas de Cirugía, de Maternidad y cualquiera sabe cuántas más.
¿Cómo se explica el lajero común -y el mayabequense también- que, para unas cosas, por facilidades de movimiento, sea bueno estar cerca de la cabecera municipal, como en el caso del prevocacional, y para otros -la Salud- no lo sea? Alguien que sepa del tema debería explicarlo mejor.
La historia, sin embargo, es más larga, y no me voy a referir a todo el artículo de Granma, porque es viejo y porque leerlo una vez casi me hace vomitar, así que dos veces podría provocarme un problema gástrico similar a los que le ocurren a Marrero cuando se le va la mano con las langostas y los wiskies y después se pasa dos días sentados en una tasa de baño.
Al referido preuniversitario, según me cuenta una fuente de allí, una profesora, llegó hace unos días una alta dirigente del sistema educacional, morena, de recio carácter, de impecable vestir y puso tantas condiciones que no hay quien las entienda.
La señora de marras, «muy enérgica y patriótica», según mi fuente, habló largo y tendido con estudiantes y profesores e hizo énfasis en el uso correcto del uniforme, y dijo que «las camisas y las blusas de las hembras tenían que ser blancaS y con botones azules y los zapatos negros». Estos «no podían ser de colores», cuando ellos lo único que le garantizan son dos uniformes para los tres años, y en décimo, los que ahora están en duodécimo, recibieron blusas y camisas azules.
La alta dirigente del sistema educacional, que también dejó otras pinceladas dignas de comentar, olvida que un par de zapatos puede costar de seis a ocho mil pesos, por lo bajo, y que eso lo ganan muy pocos padres.
También se refirió al llamado «trabajo político-ideológico», que no es más que adoctrinamiento total: «al menos dos veces a la semana -casi seguro que los días que hay corriente- es obligatorio ver la Mesa Redonda y el Noticiero. Y hay que hacerlo con una libreta en mano para realizar apuntes y tener después argumentos para dialogar. Si esto les parece el colmo, la historia no termina acá.
Antes, valdría recordarle que una libreta en San José vale 150 pesos, y un blog llega hasta 300. Todo eso en el sistema que habla de educación gratuita, y que no tiene libros, cuadernos, uniformes ni nada que darles a los alumnos, que les pide que los compre y encima los condiciona.
Pero voy con más: No se puede poner música de reparto. Si van a escuchar música tiene que ser nacional, al estilo Buena fe, lo cual me recuerda mis tiempos de estudiante, cuando no se podía escuchar a Julio Iglesias o José Feliciano, y tener algo de The Beatles era diversionismo, y podía costar caro, como perder el derecho a estudiar en la universidad. Entonces había que escuchar a Silvio Rodríguez, Noel Nicola o Pablo Milanés, pero ahora, de seguro, ni a Pablo verían con buenos ojos.
Esto que les cuento ocurre en la escuela que supuestamente repararon para dar la idea de que, en Mayabeque, y en Cuba, se hacen cosas por la educación. Claro, como siempre, hay algunas por terminar, muchas, entre ellas las áreas deportivas, que corren el riesgo de quedarse a medias, porque quien debía ver la escuela, ya estuvo allí hace meses, rodeado de cámaras y fotógrafos, y lo demás no importa mucho.
Volviendo al sábado: todo el entramado de la visita del presidente impuesto al país, acompañado por el peor estudiante de Medicina de la historia de Cuba -Morales Ojeda se graduó con 3.11 de promedio- no redundará en nada bueno para San José de las Lajas, pero a esas cosas, y más, ya nos hemos adaptado tanto que lo vemos como algo normal. También es normal lo del adoctrinamiento, las exigencias, lo de la música -y estoy en contra del reparto, pero al que le guste que la escuche- y aquello de ver obligado la Mesa redonda «para debatir».
¿Debatir de qué, señor mío? No se dan cuenta de que en Cuba todo está debatido y solo necesitamos que ustedes se larguen de una buena vez.