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Del destierro a la celebración: la ironía de homenajear a quien te persiguió

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Por Yosmany Mayeta Labrada

Santiago de Cuba.- Este 13 de agosto, en Cuba, circula una imagen donde un transformista alaba la figura de Fidel Castro en su cumpleaños 99. Es el mismo hombre que durante décadas marginó, humilló y persiguió a su comunidad. La escena —un artista con vestimenta colorida posando frente a la imagen del dictador— refleja una paradoja dolorosa: celebrar al verdugo.

Bajo su mandato, la comunidad LGBTI+ cubana fue víctima de burlas públicas, persecuciones y del confinamiento en los tristemente célebres campos de trabajo forzado de las UMAP. Fidel calificó sus identidades como “degeneraciones” y “actitudes feminoides”. Estas no tenían cabida en la sociedad socialista. Muchos fueron expulsados de sus empleos, vigilados por la policía política o empujados al exilio para salvar su vida.

Decenas salieron del país durante el éxodo del Mariel. No fue sin antes sufrir humillaciones públicas organizadas por el propio régimen: mítines de repudio frente a sus casas, insultos, golpizas y lanzamientos de huevos podridos. Muchos tuvieron que abandonar sus hogares días antes de partir. Dejaron atrás no solo pertenencias, sino también heridas que nunca cerraron.

Hoy, en un contexto de control ideológico y ausencia de libertades, parte de esa misma comunidad participa en homenajes al líder que institucionalizó su discriminación. Esta imagen es un recordatorio de cómo la propaganda estatal puede borrar la memoria histórica. También transforma el dolor colectivo en un acto de sumisión política.

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