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Del aislamiento al exilio: la soledad del preso político

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Por Eduardo Díaz Delgado ()

Una de las noticias de esta semana fue que Ferrer aceptó exiliarse. Pero… ¿por qué se lo propondrían? Porque es un referente entre la gente que sí ha puesto el pecho, y lo ha puesto durísimo.

Me llama muchísimo la atención que personas que nunca han hecho nada, pero nada en lo más mínimo, critiquen esa decisión. Ese hombre ha pasado los últimos veinte años más tiempo en prisión que en libertad. Le destruyeron la reputación con un video adulterado en televisión; lo llamaron borracho, abusador y de todo. Yo mismo llegué a sentir rechazo por un tipo así. Pero después de ver la maquinaria —ya sin la destreza de antes, pero todavía capaz de hacer daño— me di cuenta de que los hijos de la gran p… de siempre nos habían engañado, como siempre.

Probablemente haya mucha gente que aún no respete, ni siquiera entienda, lo que es ser preso político. Es alguien que se atreve a hablar por todos, a señalar a quienes tienen el poder para hacer las cosas bien, pero las hacen mal, y que además tienen el poder para reprimir. Es alguien que termina solo. Una persona que recibe apoyo cuando lo detienen, y entonces el acoso se modera. Tenemos ejemplos —que no voy a mencionar sin permiso— que han sido reprimidos con mucha más cautela porque tienen respaldo, y se forma un avispero. No son intocables, pero con el apoyo los cuidamos. Ferrer, que lleva muchísimos años en esto, fue destrozado por la maquinaria mediática de los mentirosos del Menticiero, de (Des)Hacemos Cuba y Sin Filo.

Lo peor es que a muchísima gente le importa poco la política del país, aunque sus problemas —los que sí les quitan el sueño— son consecuencia directa de esa política. Deberías aprenderte esto último: te salvaría la vida.

Los presos políticos lo dieron todo

La gente no entiende que un preso político está preso porque lo dejamos solo, porque no lo acompañamos lo suficiente. Si vamos de uno en uno, al final todos lo acompañaremos, pero en la celda. O en muchas celdas. Tú me entiendes.

Ferrer, y otros tantos, hicieron mucho —más de lo necesario— para que fuéramos libres, si todos hubiéramos asumido nuestro papel. Si todos lo dijéramos sin miedo, aunque fuera solo decirlo, se caería el teatro y lo demás se desplomaría solo. Pero no, es más fácil callarse y dejar que otro haga las cosas… y después criticarlo si no lo logra.

Esa idea de que “es por gusto si otros no se suman” es hermana menor de “yo no me voy a sumar si no se suman todos”. Es una hermana muy recurrente, y tiene mucha culpa de lo que nos pasa. No sé si me entiendes. ¿Tú me entiendes?

Ahora bien: Ferrer ya cumplió un ciclo, lo recicló y lo volvió a pasar. Su familia ha sufrido demasiado, y todos merecen respeto antes de atrevernos a criticar que no siga sacrificándose, cuando no hemos hecho nada parecido ni lo hemos acompañado lo suficiente. Ni a él, ni a ninguno.

Ya tenemos suficientes Cristos en los clavos, luchando por despertar a ese pueblo bravo. Quien tenga miedo de luchar por su libertad morirá siendo un esclavo.

Tú decides qué quieres ser y qué quieres que tus hijos sean.

Mis respetos para ese hombre. A mí no me llamen para ser otro Cristo más. Cuando estén listos, yo haré mi parte. Y que cada cual haga la suya.

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