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De cautivo a coronel: la increíble transformación de James Smith

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A veces, los personajes más fascinantes de la historia son aquellos que vivieron entre dos mundos. James Smith fue uno de ellos.

Nacido en Pensilvania en 1737, parecía destinado a una vida común de granjero… hasta que el caos de las guerras coloniales lo arrancó de su camino. En 1755, mientras ayudaba a construir el Camino de Braddock, cayó prisionero de los Delaware y fue llevado al Fuerte Duquesne. Allí comenzó una odisea que marcaría para siempre su destino.

Los franceses no lo ejecutaron. Los nativos tampoco lo rechazaron. Lo adoptaron. Lo sometieron a rituales de purificación, lo obligaron a aprender sus costumbres, a cazar como ellos, a moverse como ellos. Lo que empezó como un cautiverio se convirtió en una revelación: James Smith no solo sobrevivió… se transformó.

Años después escapó, fue capturado de nuevo, encarcelado, liberado en un intercambio y regresó a su hogar convertido en un hombre distinto: alguien que conocía el bosque mejor que cualquier colono y que comprendía las tácticas de combate indígena mejor que muchos comandantes británicos.

Ese conocimiento lo llevó a protagonizar una de las rebeliones más insólitas de América antes de la Independencia.

Un hijo de dos mundos

En 1765, Smith lideró a los Black Boys, un grupo de colonos que, disfrazados de nativos, se levantaron contra lo que veían como una política injusta del gobierno británico. Quemaron cargamentos, sitiaron fuertes, se enfrentaron a soldados y forzaron negociaciones.

Diez años antes de 1776, Smith ya estaba desafiando al Imperio.

También luchó en la Guerra de Independencia, donde alcanzó el rango de coronel y llevó al campo de batalla lo que había aprendido en los bosques: subir a los árboles para evitar emboscadas, dispersarse en el combate, moverse sin ruido. Su estrategia era simple y letal: pensar como el enemigo para sobrevivir.

Tras la guerra, fue legislador en Kentucky, escribió memorias, investigó la cultura indígena y se convirtió en misionero, aunque acabó denunciando a los Shakers en unos folletos que hoy son una rareza histórica. En 1812 publicó un tratado sobre las tácticas de guerra nativa, un libro único: mezcla de experiencia personal, análisis militar y crítica cultural.

James Smith murió en 1813, lejos del ruido de los cañones y de las tensiones que habían definido su vida. Su historia quedó en los libros, pero también en la imaginación: tanto así que John Wayne terminó interpretándolo en el cine en 1939.

En un país que aún no existía del todo, Smith vivió como explorador, preso, guerrero, rebelde, coronel, legislador y escritor.

Fue, en esencia, un hijo de dos mundos.

Y quizá por eso su vida todavía resuena: porque entendió que la frontera más difícil no era la del territorio… sino la del propio espíritu.

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