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Por Javier Bobadilla ()
La Habana.- La escoba no barre, el agua no moja, la candela está fría. Cuando a uno lo alimentan con mentiras desde que nace, el día que se encuentra una verdad no sabe qué hacer. No puede metabolizarla.
Una sola verdad te paraliza la digestión. Cualquier cosa es preferible a ella. Te da lo mismo derrochar tu vida mirando la oscuridad en un apagón eterno; te da lo mismo que tus hijos pasen hambre.
O puedes seguir el otro camino, en el que la verdad no existe. Abrazar la era de la posverdad. La verdad quedó atrás. Nada es verdad. Deja de importarte lo que dijeron y te concentras en el porqué lo dijeron.
En una te bloqueas; en la otra, te vas loma abajo fractal —recursivamente buscando el porqué del porqué—, y en ninguna de las dos haces nada.
La madrugada del sábado antespasado tuve una epifanía. Volvía a mi casa en moto y caía una lluvia fría. En la moto, el frío duele. El pecho y la espalda se contraen, pero no puedes cambiar de posición. El viento entra por la ropa húmeda.
La calle estaba vacía. Los últimos ya se habían ido; los primeros no habían salido. La Habana estaba vacía. El mundo podía estar igualmente vacío. La moto viaja de noche en una burbuja de su propia luz. El universo se crea unos metros delante de la rueda y se destruye justo después de pasar. En los retrovisores no hay nada.
Y, súbitamente, una sensación cae en su lugar: el mundo está vacío. La satisfacción de llegar, el dolor del frío, la sensación de la velocidad, la humedad de la ropa son míos y de nadie más, y no los cambiaría por un chofer que me llevara en el carro más cómodo del mundo.
No cambiaría el placer de manejar mi propia vida por nada. Al amanecer, cuando la calle esté llena de gente, seguirá vacía. He viajado toda mi vida en una burbuja. He elegido no engañarme y no dejarme engañar, aunque eso lleve a la soledad y a la incomprensión.
Por eso no puedo tomarme este país en serio. Por eso los cubanos son un meme. Un pueblo entero ha renunciado a su futuro, a manejar su vida, a caerse y levantarse y arrastrar una moto debajo de la lluvia fría; cuando se acabe la fiesta y perderse y encontrar el camino y llegar o no llegar, o llegar al otro día, pero hacerlo todo bajo sus propias condiciones.
Nadie quiere vivir su vida bajo sus propias condiciones, y eso es deprimente.
«Sabiduría y piedad», me parece estar oyendo decir a mi maestro.
En Oriente pasó un ciclón. Eso es verdad.
En el 2009, Los Aldeanos sacaron una canción llamada «La naranja se picó», de la cual les transcribo un fragmento:»Con dos ciclones que dejaron en crisis y con hambre, necio, ¿cómo cojones tú vas a subir los precios?».
Los ciclones de los que habla fueron a finales del 2008. Arrasaron con todo lo habitable y lo comestible. La solución de la dirección del país fue subir los precios. Se lo digo para que recuerden que ciclones ha habido siempre, y la comida de ustedes no se ha respetado nunca. Para los del club «Esto con Fidel no pasaba»: no, no pasó con Fidel. Con Fidel pasaron cosas peores, y tampoco pasó nada. Pasó con Raúl. DC, la Machi, Marrero, Gil et al. todavía no mandaban ni en su casa.
Los Aldeanos sacaron la canción; ustedes comentaron en las colas que «mira que malos son, como subieron los precios», y estuvimos un año sin comer plátano, no porque subiera de precio, sino porque el ciclón se lo llevó. Es decir, no pasó nada tampoco.
¿Lo de Gil es una distracción para desviar la atención de Oriente? ¿Qué atención? Por Oriente pasó el ciclón Melissa. Por La Habana está pasando el ciclón chikungunya.
¿Te tengo que defender los derechos? ¿Te parece que no me busco bastantes problemas defendiendo los míos? ¿Y para qué? ¿Para que grites «¡Viva Díaz-Canel!» cuando el guarapito te mande a gritar, y cuando pase el show y las cámaras, vuelvas a lo que solía ser tu casa, que no va a volver a ser casa más nunca?
Discúlpenme si lo cojo todo sin mucho entusiasmo. Tengo chikungunya, mi mamá tiene chikungunya, y el estado en general no es favorable.
Yo vi el juicio de Ochoa, que era interesante. Los acusados de ese juicio sabían lo que estaban haciendo, pero tenían un conflicto entre cumplir órdenes y cumplir con sus conciencias. Cuando la cosa salió mal, llegó el momento de ser sacrificados. Tenían que morir por Fidel y la Revolución, y lo hicieron. Al final, hacerse el harakiri por el shogún debe ser un honor.
Hoy, sin Fidel ni Revolución para darle un poco de dramatismo al teatro, esto de Gil es un vulgar sainete.
Gil está acusado hasta de matar a Silene, ¿pero espionaje? No es que me importe, pero al que tuvo la genial idea de agregar eso a la lista, yo lo tendría recogiendo hojas y chapeando en Villa Marista hasta que se me olvide que existe.
Y de todo lo demás, sabemos que es culpable. Pero además, sabemos que podemos bajar a Gil del banquillo de los acusados y sentar a cualquiera, con los mismos cargos, y también va a ser culpable.
La corrupción está tan imbricada en nuestra vida que la mayor parte de ella ni siquiera la reconocemos.
Seguro, a cargos menores. Quizá a Murillo, pero no más de ahí.
¿Tienen esperanzas de que la mierda llegue a DC y Marrero? Despídanse de eso. Aquí se está viviendo una crisis de liderazgo devastadora. Tocar a DC y Marrero sería un movimiento suicida.
Y, como siempre, no va a pasar nada. Deja de pensar en dónde debe estar la atención. Deja de pensar en si te estarán desviando la atención. Deja de pensar en el porqué del porqué. A mí también me pasaba, hasta que me cansé.
Si no hay una verdad que brota de ti, no hay verdad. Si no hay una realidad que exista delante de tus ojos, si el NTV o un youtuber de Miami tienen que decirte en qué mundo estás viviendo, entonces no hay realidad. Eres un zombie, viviendo automáticamente.
Tu verdadero miedo no ha sido nunca al sufrimiento o la represión, sino a mirar a los ojos del Otro. Eso no lo puedo arreglar yo con nada que escriba.