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Por Carlos Cabrera Pérez
Majadahonda.- Cuba está intentando reducir el monto de su deuda externa -cifrada en unos 30 mil millones de dólares estadounidenses- proponiendo a acreedores cederles la propiedad de hoteles en La Habana, Ciego de Ávila y Holguín, pero la operación que maneja Gaesa, no cuenta con el respaldo de Raúl Castro, reacio a enajenar propiedades estatales.
La operación podría significar una reducción de hasta 5.560 millones de dólares de deuda, según los cálculos del primer ministro Manuel Marrero, la presidenta ejecutiva de Gaesa, Ania G. Lastres y una abogada cubana especializada en Derecho Mercantil, que se formó en los bufetes colectivos, indicaron fuentes del partido comunista a El Vigía de Cuba.
Hasta el momento de redactar esta nota, los hoteles que intentarían ser vendidos a extranjeros son los ubicados en la península El Ramón de Antilla (Holguín), los de nueva construcción en Cayo Romano, otros enclavados en los cayos Coco y Guillermo (todos en Ciego de Ávila) y los habaneros de Habaguanex, Gaviota y el Ministerio de Turismo.
La idea no es novedad en el universo Gaesa, pues surgió en la etapa del general Luis A. Rodríguez López-Calleja, que no consiguió persuadir a su ex suegro de la viabilidad de la operación.
En la preparación de la oferta a presentar a los acreedores, colabora la auditora internacional PricewaterhouseCoopers International Limited (PwCIL) con una dilatada experiencia en Cuba, adonde aterrizó de la mano de Interaudi, en los años 90 del siglo pasado.
El Vigía de Cuba escribió a PwCIL, pero no ha contestado a nuestro email.
Los planes de Marrero y la dirección de Gaesa, chocan con las reservas de Raúl Castro y otros dirigentes ancianos sobre la conveniencia de ceder propiedades estatales a empresas extranjeras; en medio de una adversa coyuntura política y económica para el castrismo.
El rechazo de Raúl Castro a la fórmula de cambiar propiedades estatales por quita de la deuda, ha complicado la operación, provocando largas reuniones semanales del grupo interviniente, pero a la semana siguiente «Marrero aparece con las señas cambiadas y hay que empezar casi de cero», reveló una de las fuentes consultadas.
La representante de la consultora británica conserva la flema inglesa ante los constantes cambios, aunque a veces no consigue evitar mostrar su desconcierto ante tanta desorganización mientras los subordinados cubanos asumen los cambios de palo para rumba y viceversa con el estoicismo típico de los sirvientes, sostuvo una fuente diplomática europea, al tanto de la operación.
Hasta la fecha, el régimen apostó por el encargo de gestión y administración de hoteles a grupos extranjeros, incluso autorizó a la española Meliá a crear una Central de compras propia, pero conservando la propiedad de los inmuebles.
Fidel Castro, siempre receloso del turismo y conocedor del poderío económico del exilio cubano, temía que, una vez vendido un hotel, este cayera en manos de sus adversarios.
La posición del presidente y primer secretario del partido comunista Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en este tema, es una incógnita, pero fuentes próximas al gobierno cubano atribuyeron su silencio a la «guerra casi abierta» que mantiene con el primer ministro y una parte de la casta verde oliva, desde la destitución y encarcelamiento del ministro de Economía Alejandro Gil Fernández; a la que siguió recientemente la de Jorge Luis Perdomo Di-Lella, viceprimer ministro.
A falta de conocer los datos del cierre de 2024; hasta el año pasado, Cuba soportaba una deuda de 4.620 millones con el Club de París, de unos 6.000 millones con el Club de Londres y la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) reconoce un debito externo de 20.000 millones de dólares con otros acreedores extranjeros.
Cuba carece de producción de valores exportables y acceso nulo a la financiación internacional, debido a su crisis sistémica y su renuencia histórica a pagar las deudas, pese a que Raúl Castro, ayudado por Obama, obtuvo quitas importantes de deuda y asumió una actitud más realista en las obligaciones internacionales, pero sin resultados tangibles.
Recientemente, el gobierno cubano perdió una apelación en el pleito de jurisdicción que mantenía en Londres con el Fondo CFR-I, de Gran Caimán, que había comprado 72 millones de dólares estadounidenses de una vieja deuda cubana.
El problema real para Cuba no es cómo pagar esa pequeña deuda, sino que el fallo de Londres abre un capítulo de reclamaciones parecidas en cascadas y la más avanzada es la formulada por el ICBC Standard Bank PLC, cuyo accionista mayoritario es el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC); que reclama a La Habana un total de 1,344 millones de dólares; entre principal e intereses generados.
Las relaciones entre Pekín y La Habana se han resentido en los dos últimos años, como demostró el rechazo chino a que Cuba entrara al club de los BRICS y los rusos tuvieron que articular una fórmula para concederle el estatus de país asociado, sin derecho a voto y con obligaciones comerciales, durante la reciente cumbre de la entidad, celebrada en Kazán, a orillas del río Volga.