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Por Jorge Sotero ()
La Habana.- En la ciudad de Camagüey, hace unas horas, un reo que estaba de pase asesinó a un joven. Hasta ahí puede ser un suceso más, algo cotidiano, de esas cosas que suceden, sobre todo en países en crisis, donde la violencia campea por su respeto. Pero el caso tiene una intrahistoria que vale la pena conocer.
Dairon Montero Basulto, el presunto asesino, quien después de acuchillar por la espalda a Usiel Quesada Florat, se dio a la fuga, tiene 20 años y tenía días libres, algo que también puede ser normal, porque en prisión se le suele dar pase a los encarcelados. Pero hay más.
Montero Basulto no estaba preso por haberse robado un caballo o por entrar a una tienda. Incluso, no había sido de los que salió a la calle el 11 de julio para gritar a favor de la libertad de Cuba. No. Estaba preso por haber asesinado a un conductor de bicitaxi. Ni más ni menos. Y ahí es donde las cuentas no dan.
Tiene 20 años y estaba preso por asesino, y con 20 años ya estaba de pase. A mí me asaltan las preguntas. ¿A qué edad asesinó al conductor del bicitaxi? ¿Cuál fue su condena? ¿Por qué tan pronto de pase? ¿Por qué a un homicida se le permite salir de la prisión, conociendo que puede provocar problemas? ¿Alguien pagará por el joven muerto, además de Dairon Montero Basulto?
Como ven, son muchas preguntas, a las que nadie nunca dará respuestas, pero algo acá huele mal. Muy mal. Ante todo, sería bueno saber cuánto tiempo estuvo preso después de ser condenado por su primer asesinato, y porqué se le permitió salir de pase. Porque eso de un asesino confeso, condenado y preso, de pase con 20 años no es fácil de digerir. Al menos yo no lo puedo entender, aunque admito que hay diferentes tipos de asesinatos.
Lo ocurrido, sin embargo, demuestra muchas cosas, entre ellas que, en Cuba, quitarle la vida a una persona no es grave, o por lo menos no tan grave como sacrificar una vaca o salir a la calle pidiendo libertad. O decir algo que desentone con la idea única que proponen los que gobiernan.
Un asesino -y acá sí conozco casos- puede salir con una condena de siete años de un tribunal, la cual se puede reducir a un tercio si el homicida se porta bien, por ejemplo. Pero si eres de los que saliste a la calle a respaldar un cambio en Cuba, como ocurrió el 11 de julio, te pudieron caer muchos más años, y sobre todo tendrás que cumplirlos en su totalidad.
Incluso, entre esos que condenaron por marchar en julio de 2021, por gritar Patria y Vida o pedir libertad, hay muchos que son inocentes, que sus juicios fueron amañados, que sus condenas fueron impuestas desde las oficinas de los comités municipales del partido comunista o desde las de la tristemente célebre Seguridad del Estado, un ente que constituye un bochorno para cualquier sociedad.
Todas esas cosas demuestran que en Cuba la ley es solo una mera hoja de papel por encima de la cual pasa cualquiera, que lo establecido no se cumple ni se respeta, y que el derecho a la vida es apenas una quimera.
Los cubanos honestos y honrados no tenemos protección. La protección es solo para los Castro, sus adláteres, los que gobiernan en todas las instancias, los militares y la familia de cualquier importante nonagenario que haya tenido algo que ver con Fidel Castro y su revolución. El resto estamos como una palma al descampado en una tarde de tormentas eléctricas.
El caso de Camagüey es uno más. De esos hay decenas cada año en la isla, tanto o más que los feminicidios, y no pasa nada, nadie le pone coto, la policía no acude o no actúa, pero lo peor es que los encargados de impartir justicia se creen que obedeciendo a los dirigentes todo estará bien.
Si hay alguna duda, recuerden el caso de la jueza Melody González Pedraza, quien mandó a prisión a todo el que se le antojó en el municipio de Encrucijada, en Villa Clara, y poco después se fue por el parole a Estados Unidos, donde no le aceptaron la entrada y no tuvo más remedio que solicitar asilo político, y contar cómo se manejan los casos criminales en Cuba.
Lo de Camagüey es un caso más, insisto. Si tenemos buena memoria y recordamos el nombre de Dairon Montero Basulto, tal vez nos encontremos con él en pocos años. Porque a nadie le importa la vida de los cubanos. Acá solo interesan los de la clase dirigente, la verdadera burguesía isleña. Así de sencillo.