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Cuba: el precio de la credibilidad perdida

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Por Jorge Menéndez ()

Cabrils.- En Cuba, la credibilidad gubernamental no se ha erosionado: se ha pulverizado. En un país donde las elecciones libres han sido una promesa olvidada durante décadas, el cinismo institucional alcanza niveles alarmantes.

Prohibir partidos ajenos al oficialismo es un primer síntoma; criminalizar la disidencia, el segundo. Cuando expresarte libremente te convierte en “delincuente” ante un presidente nunca elegido por su pueblo, el problema deja de ser político y se convierte en ético. Si la protesta pacífica termina con prisión, ¿qué espacio queda para el pensamiento libre?

Pero el límite se rompe cuando el líder —ese mismo presidente sin urnas ni votos— hace un llamado explícito a que cubanos se enfrenten entre sí. No con argumentos, sino con palos y piedras.

Desde hace 66 años, el régimen promete y no cumple. Un país que alguna vez fue próspero ha sido transformado en uno miserable, no por azar, sino por sistema. Y cuando ya nadie cree, surge la estrategia del engaño: manipular imágenes, distorsionar hechos, fabricar narrativas. Actores bien entrenados como “Humbretico” o programas, como la Mesa Redonda y Con Filo, hacen lo imposible por maquillar la represión con guante blanco.

Lo de Fernández Era y la manipulación

Hoy circula un video grotescamente editado sobre la detención de mi amigo y colega Jorge Fernández Era. Lo conozco desde nuestras épocas de estudio; su integridad no necesita defensa. Pero según el montaje, la policía lo trata con amabilidad digna de alfombra roja. ¿Y los golpes por llamar “cínicos” a sus captores? Silencio. ¿Será que Jorge se autolesionó por gusto?

No lo creo. Viví en el monstruo y conozco sus entrañas.

Cuba hoy es una veleta sin rumbo, pintada con los colores de la manipulación. Una obra maestra del engaño cuyo único autor visible es el esbirro en jefe: Miguel Díaz-Canel.

No les creo. No me pueden convencer. Y no estamos solos.

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