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Por Ulises Aquino Guerra
La Habana.— No se trata de estar o no de acuerdo. Tampoco de adhesiones o posiciones diferentes. Se trata de la existencia de los seres humanos.
Desde hace muchos años, nuestra existencia se ha convertido en un calvario repleto de penurias y necesidades, donde las esperanzas de una vida mejor se extinguen sin vislumbrar soluciones. Muy al contrario, cada día los problemas son más profundos.
La precariedad y la miseria galopan a toda velocidad para la mayoría de los cubanos.
Porque no se trata de quiénes tienen más o quiénes ganan menos, de si el salario es miserable y las pensiones, más que magras. Se trata de la inexistencia de cualquier tipo de soluciones, y de hasta dónde —y a qué precio— nos conduce la situación, llegados a un punto de no retorno. Un punto donde se hace evidente la ausencia de un plan de acciones que verdaderamente mejoren, en algo, la calidad de vida de nuestro pueblo.
Los problemas energéticos de la nación inmovilizan cualquier posibilidad de resultados productivos en todos los sectores de la economía del país.
Es necesario y urgente que este gobierno entienda que no hay que buscar fuera lo que somos incapaces de lograr desde adentro. No serán Bielorrusia, ni Rusia, ni China, ni siquiera Estados Unidos quienes resuelvan los graves problemas de la economía cubana. Los problemas de Cuba solo los resolverán los cubanos, con su emprendimiento, sin limitaciones de ningún tipo.
Cuando el Estado se ocupe de lo que Carlos Marx llamó «medios fundamentales de producción» y el resto de la economía se libere —con las libertades necesarias para la creación de bienestar común—, priorizando a todos los cubanos por ley y por derecho natural.
Tiempo de sobra ha habido para resolver los problemas. Porque es una locura pensar que los estadounidenses cambien su política de bloqueo si nuestro gobierno no ha modificado lo que, desde hace mucho, sabe que debe cambiar.
Los apagones no se resolverán con nuevas termoeléctricas, parques solares o energía eólica. Los resolverán el empleo bien remunerado, la libertad de emprendimiento, la economía mixta y la participación en el mercado.
La situación actual escalará hacia conflictos sociales más graves, porque los cubanos no solo han perdido la esperanza, sino también, en su mayoría, la confianza.