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Por Mkc Cerralvo ()
Santa Clara. – Crisis eléctrica, crisis sanitaria, crisis económica… y todas las “crisis” que se quieran agregar.
Estoy a favor de la libertad de pensamiento y encuentro hasta posible que haya personas que defiendan esta sociedad en “crisis perpetua” que vivimos.
Entiendo que la defienda el grupo de los «doble moral»: los directivos, periodistas, militantes, gerentes, agentes y demás acomodados que actúan, viven y se manifiestan como si las cosas estuvieran bien y no existiera crisis alguna.
Cuando, en realidad, lo que defienden de este sistema es su posición, o a la que están llegando.
Por hacer y decir lo que les orientan, por proteger a los superiores y al sistema, tienen casa —preferiblemente en lugares que no quitan la corriente—, una planta eléctrica por si acaso, un carro con asignación de combustible, módulos de alimentos, aseo, limpieza y demás, un salario elevado, con un porcentaje en moneda dura, pueden comprar en lugares especiales.
Tienen garantizadas vacaciones en buenos hoteles; los hijos estudian en escuelas privilegiadas o incluso en otros países; facilidad para hacer negocios e invertir en el país…
Si alguien de la familia se enferma, van a hospitales con equipamiento y medicamentos de primer mundo que no faltan. Y si algo llegara a complicarse, tienen un número de teléfono al que llamar y las cosas se resuelven inmediatamente.
Resumiendo: viven una vida muy cómoda, alejados de la realidad y de la crisis.
Y apuesto a que no son pocos los que tienen ese paquete completo, parcial, o incluso más.
A esos los pudiera entender por ser doble moral, totalmente egoístas y carentes de alma.
Lo que sí me molesta son los infelices, sin materia gris, que viven la realidad, la crisis del país en todos sus aspectos, sin esperanzas de mejora, y defienden al sistema, haciéndole juego al grupo de los que viven bien.
Creo que por estos últimos, adoctrinados, que no son pocos, es que seguimos así.
Y si hoy tenemos crisis, pienso que la más grande es la crisis humana, la de muchos de los cubanos de a pie, que siguen viviendo una penumbra mental sin hacer nada, sin abrir los ojos y ver la realidad del país.