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¿Cómo el amor entre hombres moldeó la cultura griega?

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En la Grecia clásica, el amor entre hombres no era un secreto ni una rareza: formaba parte de la estructura social, cultural y educativa de muchas polis.

La relación entre un hombre adulto —el erastés— y un joven —el erómeno— se conocía como paiderastía, y más que una relación amorosa en el sentido moderno, se entendía como una unión pedagógica y formativa.

El erastés tenía la responsabilidad de guiar al joven en su crecimiento intelectual y moral: lo instruía en filosofía, política, música y deporte, ayudándolo a alcanzar la excelencia del carácter, la areté.

El erómeno, a su vez, ofrecía compañía, admiración y afecto, en una dinámica que se consideraba mutuamente enriquecedora.

Platón la describió como una forma de amor noble, donde el deseo servía de impulso hacia la virtud. Aristóteles, en cambio, observó con mayor distancia sus implicaciones éticas y sociales.

Mientras tanto, en otras ciudades, como Esparta o Tebas, la práctica tomó tintes cívicos, vinculada al entrenamiento militar y la lealtad entre compañeros.

Sin embargo, no todos los griegos la aprobaron. Con el tiempo surgieron voces críticas, y su aceptación varió según la época y la región. Pero más allá de los juicios modernos, la paiderastía revela un mundo donde la educación y el afecto se entrelazaban, y donde el amor era, antes que todo, una forma de enseñanza. (Tomado de Datos Históricos en Facebook)

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