Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Canel lleva cinco años de oyente y no aprende nada

Comparte esta noticia

Por Sergio Barbán Cardero ()

Miami.- Cuando yo era niño, hace más de 60 años, muchas madres llevaban a sus hijos a la escuela fuera del inicio del curso escolar. Ya fuera por mudanza, necesidad o simple voluntad de aprender, la maestra no les cerraba la puerta, simplemente decía: “Te lo vamos a poner de oyente”. No lo dejaban afuera. Había humanidad, comprensión y voluntad de enseñar.

Miguel Díaz-Canel lleva cinco años de “oyente” en la Unión Económica Euroasiática, asistiendo a foros, repitiendo discursos reciclados y palabras ajenas… pero no aprende nada.

Su intervención en Minsk responde a una fórmula conocida del aparato ideológico cubano: solemnidad hueca, victimismo internacional, exaltación del pasado soviético y ataques a Occidente.

Evoca a Fidel Castro en Minsk, rememora la Segunda Guerra Mundial y la «lucha antifascista» como si aún estuviéramos en 1972. Presenta a Cuba como un bastión de justicia, resistencia y paz frente a un mundo supuestamente dominado por EE.UU., la OTAN e Israel.

Pero lo hace desde Minsk, junto al dictador bielorruso Alexandr Lukashenko, aliado incondicional de Putin. En lugar de mantener una posición soberana, se alinea sin reservas con los bloques más autoritarios del planeta.

Respalda a Irán, incluso tras su apoyo a grupos terroristas. Condena a Israel sin matices, acusándolo directamente de «genocidio». Repite el guion del Kremlin sobre la OTAN como amenaza, mientras ignora la invasión rusa a Ucrania. Apoya a Rusia y Belarús en sus conflictos con Occidente, sin un solo llamado al equilibrio, la paz o el respeto mutuo.

El último peón

El régimen cubano se ha reposicionado como peón político del eje Rusia-China-Irán-Belarús, a cambio de supervivencia económica.

Resulta irónico que hable de paz y justicia social quien reprime sistemáticamente las protestas pacíficas, encarcela a jóvenes por expresarse en redes sociales y niega libertades económicas mientras mendiga inversiones extranjeras que solo benefician a la cúpula militar-empresarial.

Expulsa a opositores, médicos y periodistas que piensan distinto. El contraste entre su retórica grandilocuente y la realidad dictatorial que representa es tan evidente como cínico.

Una vez más, utiliza el embargo como excusa omnipresente para victimizarse, mientras ignora la ineficiencia estructural de su sistema, la mala gestión, la corrupción de la élite y las miles de pymes asfixiadas por el control central. Y sobre todo, omite que muchos países (incluidos miembros de la propia Unión Euroasiática) no tienen bloqueo alguno y viven en crisis por razones internas.

Un discurso para reafirmar lealtades

Habla de Cuba como “puente” entre Eurasia y América Latina, una propuesta sin sustento práctico. No existen condiciones logísticas, portuarias ni tecnológicas en la isla. La inseguridad jurídica y el intervencionismo estatal hacen inviable cualquier inversión seria. No puede haber prosperidad fuera del círculo controlado por el régimen.

Cuba no puede ser “puente” de nada mientras se mantenga como un Estado fallido con fachada diplomática.

Esta intervención no fue un discurso diplomático, sino una pieza de propaganda para reafirmar lealtades ideológicas, en busca de oxígeno económico. Pero ese apoyo llega a cambio de entregar aún más soberanía, negando cualquier apertura democrática o reconciliación nacional.

Es un discurso fuera de contexto, anclado en una Guerra Fría que ya no existe, donde Díaz-Canel se disfraza de defensor de la paz y la justicia, mientras es uno de los principales responsables de la represión, el colapso económico y el sufrimiento del pueblo cubano.

Enlace: https://www.presidencia.gob.cu/…/intervencion-en-la…/…

Deja un comentario