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CANCÚN: CUBA SE ESCAPA POR LA NOCHE Y DESPIERTA ENTRE BAILES PRIVADOS

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Por Yeison Derulo

Cancún.- El Caribe mexicano no es solo postal turística ni un edén para el extranjero con dólares de sobra. También es un infierno disfrazado de paraíso, donde la tragedia de muchas mujeres comienza al caer el sol y se prolonga hasta que el Estado decide mirar.

Este sábado, 16 mujeres fueron rescatadas en Cancún por las autoridades mexicanas en un operativo que parece sacado de una novela policial escrita con sudor y lágrimas. Nueve de ellas eran cubanas. Otra vez, las hijas de la isla envueltas en una trama de explotación y miseria disfrazada de trabajo.

El bar, ubicado en la avenida Bonampak, en el municipio Benito Juárez, funcionaba con la impunidad de los lugares que se creen invisibles. Allí, según la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo, las mujeres eran obligadas a ofrecer servicios sexuales por cinco mil pesos mexicanos (unos 246 dólares).

De esa cantidad, tres mil pesos iban directamente al bolsillo del encargado. Las víctimas, todas mayores de edad, también tenían que compartir tragos con los clientes y bailar de forma privada. Entre copa y copa, se les iba la vida.

Pero la cifra que más eriza no es la cantidad de dinero ni el número de rescatadas. Es la nacionalidad de las víctimas. Nueve cubanas. Y esa estadística, solitaria y brutal, encierra un drama migratorio que pocos se atreven a contar. Porque detrás de cada cubana atrapada en esos bares, hay una historia de desesperación, una isla que asfixia y una dictadura que expulsa.

La libertad a veces se vuelve esclava

Las cubanas llegan a México como muchas otras: con la ilusión de llegar a Estados Unidos y escapar de la ruina, convencidas de que al otro lado del mar hay oxígeno. Pero la libertad, muchas veces, viene con esposas invisibles.

Son captadas por redes que operan con lógica empresarial: ofrecen trabajos de hotel, servicios de limpieza o atención al cliente. Luego, una vez en suelo mexicano, les retiran los documentos, las aíslan y las meten en un cuarto trasero donde el turismo se transforma en tortura.

No es un caso aislado. En mayo del año pasado, 15 mujeres argentinas fueron rescatadas en Playa del Carmen tras ser engañadas con falsas promesas laborales.

En abril, otras 27 mexicanas fueron rescatadas de un bar clandestino donde se les obligaba a prostituirse. La diferencia, en esta ocasión, es la clara mayoría de mujeres cubanas en el grupo. Y eso dice mucho de lo que está pasando con Cuba y su gente.

Las organizaciones civiles lo han advertido: Quintana Roo, y en particular Cancún, se ha convertido en un nodo de trata de personas. No es solo por el turismo, sino por la mezcla de pobreza, corrupción y redes criminales que operan con la complicidad de la omisión.

En el caso de las cubanas, la situación se agrava por la condición migratoria irregular y la nula protección consular.

Los culpables siguen libres

En el operativo de este sábado no hubo detenidos. El bar fue clausurado, sí, pero quienes operan el negocio siguen libres. Las mujeres, en cambio, tendrán que enfrentar ahora otro tipo de calvario: el del retorno a un infierno de isla que las empujó a salir, o la espera incierta en un país que solo las ve como víctimas en un expediente judicial.

Este rescate no es una historia con final feliz. Es apenas un corte, una pausa en una realidad que se repite cada noche en las avenidas turísticas de Cancún. Y mientras la isla siga siendo una prisión decorada con consignas revolucionarias, las cubanas seguirán buscando salida.

Algunas lo harán en un bote, otras cruzando fronteras, y otras –como las de este sábado– terminan en un bar, obligadas a vender caricias que no pidieron dar.

Porque cuando se nace en Cuba, a veces, la libertad se paga en cuotas de dolor.

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