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Carlos Cabrera Pérez

Un gobierno desfachatado y la poca memoria

La blogosfera insular -que rebasa ampliamente los límites geográficos del país- anda ahora arrebatada por la enésima medida activa de un gobierno totalitario, sustentado en el desprecio hacia la mayoría de los cubanos, a quienes combate diariamente con cárcel y hambre.

La mendicidad es fruto del comunismo, que encarcela y mata de hambre y de enfermedades a muchos cubanos; el resto son variaciones para cuerda y piano de la eterna serpentina para las glorietas y papalotes en almíbar que intentan solapar el verdadero drama de la nación.

La ministra Martica, -conocida como la batidora en la casa de la FEU, por mira la batea, cómo se menea, cómo se menea, ¡que barbaridad!- no aporta nada nuevo al catálogo de insultos de la dictadura más vieja de Occidente, que niega la existencia de presos políticos, falsea todas las cifras y roba salarios a los médicos y demás personal sanitario que alquila a terceros países.

La única ventaja de este penúltimo revuelo es que el tardocastrismo ha reconocido -por fin- una realidad dolorosa, que es un tajo en el alma de la nación porque la mayoría de esos mendigos, a quienes la ministra pretende descalificar, fueron mujeres y hombres que intentaron ser nuevos y vivieron la ilusión y el fracaso del comunismo de compadres.

Solo una mente perversa y al servicio del mal, como una mediocre disfrazada de ministra, puede pretender aniquilar a sus víctimas para tapar el sol con un dedo. ¡Cuan débil debe sentirse un régimen que niega la verdad cotidianamente y solemniza lo obvio!

Pero no todo es malo en Cuba, guionistas y humoristas debían aprovechar el pie forzado de la ministra y escribir una historia en la que un cubano maceta y especulador se disfrace de mendigo y acuda diariamente a la puerta del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para que Martica lo premie con moneda dura; como hacían senadores y representantes a la Cámara con el Cojo de la bocina, que los aguardaba a los pies de la escalinata del Capitolio.

En la ocultación de la mendicidad en Cuba han sido cómplices la prensa woke; incluidos medios independientes cubanos, que no tardaron en renunciar a la intencionalidad política y el apego a la verdad y asumieron el diccionario neocumunista con infantilismo militante, llamando a los mendigos deambulantes y a quienes perdieron sus hogares, los tildaron de personas en situación de calle.

Toda esta catarata de disparates y ocultación en nombre de lo políticamente correcto made in Soros y el Grupo de Puebla, solo beneficia a los manipuladores y mata la veracidad que se le supone a la comunicación.

La escasa y maltrecha memoria cubana también contribuye a la actual indigencia política y ética porque ya muchos cubanos olvidaron que Fidel Castro, el gran conversor de Cuba en una isla mendiga, cometió peores actos de cinismos que los de la ministra de Trabajo y Seguridad Social como estos:

1.- No se ha demostrado que la malanga tenga valor decisivo en la alimentación de los niños chiquitos. Una vieja tradición cubana destruida en una oración porque el orador sabía que la malanga desaparecería de los puestos de viandas.

2.- Las putas cubanas son las más cultas del mundo. Machismo verde oliva a pulso y rara excepción en un pueblo que fue instruido, pero nunca culto y que ha ido perdiendo valores y referencia con la prolongación de la tiranía en el poder; que obligó a miles de cubanas y cubanos a prostituirse para comer.

3.- En Cuba, con 20 pesos, usted puede ir 20 veces al cine. ¡Tremenda conquista!

4.- Algún día, tendremos que agradecerle al Período especial las experiencias que hemos ido acumulando en estos años. Que mal agradecidos son los cubanos, comandante.

El presidente Díaz-Canel, como parte de su perversa continuidad, también ha dejado perlas cínicas:

1.- La limonada es la base de todo.

2.- Tenemos una Ley de Soberanía Alimentaria, y no hay alimentos; vamos a aprobar una Ley de Fomento Ganadero, y no hay ganado; y tenemos una Ley de Pesca, y no hay pescado.

3.- Ya andan diciendo que vamos a dolarizar y que las tiendas en MLC desaparecerán y es mentira…

Desgraciadamente, parte de los desmalangados, putas y putos universitarios, cinéfilos de a peso, amontonados por horas en paradas y terminales, suspiradores por un limón barato, entusiastas de la burocracia legislativa vacía y clientes de comercios en MLC aplaudieron y aplauden, justificaron y justifican cínicamente la hecatombe cubana; solo hay que asomarse a los blogs de gusañeros, consagrados al antitrumpismo barato o recordar aquellas empobrecidas y delirantes vecinas de Río Cauto, erizadas al paso de Díaz-Canel por su pueblo, maquillado y abastecido para la ocasión, pero del que ya nadie se acuerda; excepto sus sufridores vecinos.

Con su cínica denuncia, Martica solo ha imitado al invicto comandante y a sus jefes; en un país normal ya habría renunciado por ofender la sensibilidad de los gobernados, pero ya se encargarán los sirvientes del terror de darle agua al dominó y recordar las veces que la compañera ministra se ha enojado y reclamado mayor sensibilidad a sus compañeros de fechorías.

Pero, si no fuera mucho pedirle, sería oportuno que la ministra aclarara cuando ha sido más veraz, si cuando criticó recientemente a funcionarios indolentes que no ejecutan el presupuesto de gastos sociales en provincias o municipios o cuando descubrió que los mendigos se disfrazan para ejecutar el tumbe, la verdadera ideología del castrismo, que no paga deudas y lucha constantes donaciones para prolongar la agonía de Cuba.

Cuando amaine el revuelo, la casta verde oliva y enguayaberada retomará su discurso contra odiadores que, en redes sociales, denuncian lo evidente y reaccionan ante la injusticia de someter y deshumanizar a un pueblo, hasta el extremo que se dé el lujo de contar con mendigos simuladores; una ironía cruel en medio de la gran simulación perversa que padece Cuba.

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