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Por Luis Alberto Ramírez ()

Los regímenes totalitarios se caracterizan por un control férreo de todas las instituciones del Estado: las fuerzas armadas, los medios de comunicación, el sistema judicial, la economía, e incluso la vida cultural.

Esa concentración del poder hace casi imposible una transformación interna sin una fractura significativa desde fuera del sistema. A diferencia de las democracias, donde las protestas pueden canalizarse hacia el cambio institucional, en un totalitarismo el poder responde con represión, no con reforma.

El 11 de julio de 2021 en Cuba fue un claro ejemplo de ese fenómeno. Miles de personas salieron espontáneamente a las calles en una protesta sin precedentes en décadas. Esto fue impulsado por el hartazgo ante la crisis económica, la escasez, la represión y la falta de libertades.

Fue una chispa potente, pero sin combustible externo que la alimentara, y se extinguió rápidamente. No hubo apoyo diplomático significativo, ni presión internacional eficaz, ni respaldo logístico o mediático que hiciera tambalear seriamente al régimen.

La represión brutal

El Estado, blindado por su aparato represivo, controló la narrativa, apresó a los manifestantes y criminalizó la protesta.

Esto sugiere que en los contextos totalitarios, las fuerzas internas por sí solas difícilmente logran el quiebre del sistema. Esto ocurre si no están acompañadas por factores externos, ya sean diplomáticos, económicos, mediáticos o incluso geopolíticos. Tales factores amplifican el impacto y generan una fisura en el bloque de poder.

La historia lo ha demostrado en regímenes como el soviético, el apartheid sudafricano o el bloque del Este. En esos contextos, las presiones externas jugaron un papel determinante en los procesos de transición.

En definitiva, mientras el monopolio del poder permanezca intacto y el mundo mire hacia otro lado, las rebeliones espontáneas, por legítimas que sean, corren el riesgo de quedar como actos de desobediencia. No se logran como actos de redención, porque a los castristas hay que sacarlos del poder, como sacaron a los españoles de Cuba, a patá por el culo.

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