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Carlos Cabrera Pérez
La sociedad cubana acaba de propinar una aplastante derrota a la casta verde oliva y enguayaberada, obligando a dimitir a la ministra de Trabajo y Seguridad Social Marta Feitó Cabrera, que no dio trabajo ni amparo a los mendigos cubanos, que negó hasta su truene súbito.
La indigencia moral de la dictadura más vieja de Occidente quedó retratada con la agresión gubernamental y parlamentaria a seres desvalidos; incluidos aquellos que finjan su condición, como parte de la picaresca inherente a toda manifestación de la cultura de la pobreza e indefensión aprendida.
Ni un solo diputado ni funcionario de los aparatos auxiliares de la asamblea antinacional y el partido comunista reaccionó a la afrenta ministerial, sólo hubo reacciones cuando la magullada sociedad cubana reaccionó con justa ira. Pero Díaz-Canel y sus adláteres seguirán insistiendo en que son una democracia.
Feitó se afeitó ella solita, al parecer poseída por el espíritu de Chacumbeles, que la hizo vivir su martes negro porque revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado, menos al uno y al dos; aunque ya estén más quemados que la pipa de Sherlock Holmes, pero los revolucionarios no renuncian a la buena vida; aunque disfracen de estoico su apego al jamón, las piscinas y la cerveza importada.
Los otros gran derrotados son esos seres extravagantes del CDR de Miami que se pasan la vida insultando y agrediendo a sus hermanos en la isla; llamándoles carneros y otros epítetos, como corresponde a su educación totalitaria y las enseñanzas del comandante en jefe que llevan en su seno; pese a que en Cuba no discreparon ni de pelota. Se portaron bien, hasta que se fueron.
Esta es la tercera gran derrota del comunismo de compadres, desde 2019, cuando el proclamado socialismo próspero y sostenible entró en barrena y primero tuvo que tragarse los Lineamientos pospuestos durante dos quinquenios negros; luego se acobardó ante el aldabonazo del 11J y ahora sacrifica a una ministra; cuando menos cuadros tiene dispuestos a inmolarse por la revolución y el socialismo.
A estas alturas, ya da igual a quien pongan al frente de Trabajo y Seguridad Social porque Cuba padece dos problemas irresolubles: la imposición de un modelo comunista que parasita la riqueza nacional, combate la prosperidad individual y el crecimiento de la pobreza y desigualdad; el drama siempre está aderezado por las boberías solemnes de Díaz-Canel, su pelotón, sus Agentes de influencia y los gusañeros woke. que aún hoy siguen llamando deambulantes a los mendigos. El wokismo, como toda pasión totalitaria, es incurable, pero confirma la decadencia crónica de sus mentecatos soldados.
A la compañera Martica, sacrificada en el altar de la patria mendiga y mendicante, la reubicarán en donde sea posible, vigilándola de cerca porque debe estar muy dolida y tiene familia en Miami, que sigue siendo la obra más perfecta de Fidel Castro Ruz y la pasión poética de dirigentes y canchanchanes.
La clave de su renacimiento está en portarse bien hasta que se olviden de ella y note que baja la presión de los trincas -cada vez más torpes y desesperados- y, luego buscar una vía segura para que los yumas la extraigan por Isabela de Sagua; unos de los puntos más cercanos a la calle 8 y Hialeah, donde Martica podría dar rienda suelta a su pasión por disfraces; a cambio de contarles caquitas a los yanquis; aunque no faltará quien recuerde su intensa biografía y exija que no se ponga en lo oscuro a morir como una traidora. La pasión cubana, que data del siglo XVII, garantiza los cambios de palo para rumba sin que se rompa el vestido, como aquella trigueña Encarnación.
En caso que persista en su pasión suicida será una más en la abultada nómina de la ECOTRA (Empresa Consolidada de Otras Tareas Revolucionarias) donde yacen generales y doctores esperando a que Fidel -desde el más allá- y Raúl -desde el más acá- los llamen para darles una explicación.
Ya avisó Nicolás Guillén, cuando Fidel le bajó la ventanilla al Che:
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante, amigo.
Los comunistas son muy ocurrentes, especialmente en momentos delicados, cuando reiteran que los hombres (y mujeres) mueren, pero el partido es inmortal… y hasta inmoral.