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Por Fernando Clavero ()
La Habana.- En las últimas horas se han hecho virales unas declaraciones del otrora lanzador pinareño Omar Ajete, en el que critica la atención a los deportistas retirados en Cuba.
Las declaraciones, transmitidas en vivo, durante un partido de béisbol, las cortaron cuando el otrora pitcher comenzó a hablar de los que gobiernan.
Las cámaras se fueron al bateador en turno, y los narradores, Rodolfo González y Evián Guerra, ni se dieron por enterado, como es lógico que ocurra en este país.
Ajete fue un gran pitcher. Entre los tres mejores zurdos que ha tenido Cuba y tal vez, junto a Pablo Miguel Abreu, el de más condiciones de todos los que lanzaron a esa mano.
Ajete estuvo al nivel de Orlando Hernández, José Contreras, Rolando Arrojo, Ariel Prieto, y era mejor que Edilberto Oropesa, por ejemplo, pero esos tuvieron luz larga y el pinareño no.
Arrojo, Prieto, Contreras y El Duque se fueron de Cuba, firmaron contratos millonarios, justo cuando Ajete era una estrella y aseguraron su vida para siempre.
Oropesa fue un guerrero. Brincó una cerca, corrió, y luego trabajó como un salvaje para mantenerse varias temporadas en las Grandes Ligas, y también lleva una vida digna fuera de la isla cárcel.
Ajete prefirió quedarse. No voy a criticar los motivos que tuvo, porque no los conozco, pero sí sé que le faltó luz larga al pitcher pinareño.
Ahora mismo, mientras el reclama gasolina para el auto que le dieron y que de seguro debe tener más de 10 años de uso, sin piezas de repuesto, los que mencioné llevan una vida digna allende los mares.
Y que quedé claro: no digo que Ajete no tenga derecho a quejarse. Tiene todo el derecho del mundo, y apoyo sus palabras y sus reclamos, solo lo traigo a colación para que sirva de ejemplo.
En Cuba, no importa quién hayas sido ni lo que hayas conseguido, te utilizan mientras seas útil al régimen. Luego pasan de ti y vas a morir en el más triste abandono.
Los mejores ejemplos son los deportistas. Mimados mientras daban glorias al país, alabados por la cúpula castrista, luego fueron lanzados al olvido.
¿Cuántos campeones olímpicos no se han ido? ¿Cuántos no han tenido que vender sus medallas? ¿Cuántos no andan arrastrados por ahí, abandonados por todos?
Los peloteros son el mejor ejemplo. Giorgi Díaz, el guantanamero que llevó a Cuba a un título olímpico, vive en una choza de madera y guano. Ver lamento: (https://www.facebook.com/watch/?v=4288991831208631)
Díaz pudo ser un Grandes Ligas, pero el castrismo lo reclutó, lo uso, lo vendió como un fruto legítimo y cuando le arrancaron el brazo le dieron un empellón y lo tiraron a un lado.
Hay más, muchos más, que pudieron ser profesionales, millonarios y llevar una vida digna en otro lugar, y ahora sobreviven a duras penas en esta isla que se hunde.
Pongo unos ejemplos: Armando Capiró, Fernando Sánchez, Luis Giraldo Casanova, Lázaro Madera, el fallecido Jorge Luis Valdés, el propio Ajete, Juan Luis Baró…
Muchos de los que se quedaron, a los cuales conozco, me han confesado su arrepentimiento y algunos, aunque ya no puedan ser jugadores, están locos por irse.
Ajete es solo un caso, uno que tuvo un micrófono y una cámara delante, y solo dijo lo que pensaba, aunque lo hayan cortado.
Fue solo otro de los que creyó en Fidel Castro y sus apóstatas y desperdició un talento enorme.
Le faltó luz larga. Solo eso.