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Por Carlos Carballido
Texas.- Un análisis métrico de Google Trending Topics y LexisNexis indica que la cobertura mediática recibida por el opositor cubano José Daniel Ferrer desde su llegada a Miami supera el 300%, en comparación con la que se ha dado a otros presos políticos y líderes anticastristas.
No es la primera vez que ocurre en el exilio, ni será la última en que los medios y círculos políticos locales de Miami se vuelcan a ofrecer una cobertura excesiva al “patriota de la nómina”. Desde Valladares hasta Bofill, y otros excarcelados o figuras mediáticas como Eliecer Ávila, han pasado por lo mismo, aunque en menor cuantía, hasta que se apagan poco a poco del foco de atención y se ven obligados a reinventarse en una ONG o un rancho agrícola.
Sin embargo, la figura de Ferrer no ha descendido en la curva de intensidad mediática: sigue reciclándose de una forma u otra en medios oficiales y alternativos, así como en plataformas de influencers.
No queda claro por qué ha sido así, pero quien conoce el funcionamiento de los medios advierte que, pasada una semana, cualquier noticia de desertor o excarcelación inicia una curva descendente. Cuando no ocurre de este modo, suele haber un solo motivo: una decisión editorial, casi siempre por encargo de entidades oficiales, como podría ser en el caso de Ferrer, el mismísimo Departamento de Estado de EE.UU.
El académico de la Universidad de Yale, Yossi Shain (The Frontier of Loyalty: Political Exiles in the Age of the Nation-State, 2010), ha sido uno de los teóricos que más ha estudiado este fenómeno de perfilación de líderes exiliados como intento de unificar una comunidad fragmentada ideológicamente, a través de la saturación mediática y con el impulso de instituciones oficiales u organizaciones de alto reconocimiento (TV, radio, periódicos, Fundación Nacional Cubano Americana).
Al parecer, es lo que están haciendo, pero el mismo autor explica que solo el 20% de esos “inflados” logra mantenerse en el tiempo, fundamentalmente por estancamiento del discurso o por falta de carisma personal en alguien que engola la voz o gesticula de manera irracional y autoritaria (Joe Navarro, El cuerpo habla).
A Ferrer solo lo sostiene su paso por cárceles políticas cubanas y la sintonía con esa nueva ola del exilio: el plebiscito contra la dictadura y el “perdón y olvido” para los acólitos del régimen dictatorial.
Otros opositores que muestran mejor preparación académica y capacidad de debate, con argumentaciones sólidas y alejadas de la arenga populista (Biscet, Rodiles y algún otro como Fariñas), han sufrido el asesinato mediático insuflado por influencers de turno, como el mismo Otaola, que es capaz de acusar a un opositor de robarse el dinero, pero no hace mención de por dónde andan los contenedores de latas que Rosa María Payá dijo que envió a Cuba.
Es posible que la única razón de esto sea que no interesa al Departamento de Estado un liderazgo en el exilio que exija un cambio radical en Cuba, con el correspondiente peso de la justicia. El cambio fraudulento o la “solución birmana” es, al parecer, por lo que apuestan. Ferrer estuvo de acuerdo con eso. Los opositores “asesinados” mediáticamente en el propio exilio se opusieron a ello. Así que, por ejercicio de lógica elemental y básica, Ferrer es el indicado, sin sudar la camisa ni tener tres trabajos como cualquiera de nosotros cuando llegó al exilio. LQQD.
Nota del autor: El no ser preso político o un opositor en Cuba NO invalida a ningún ciudadano para ejercer opinión. Se llama Primera Enmienda de la Constitución del país que nos abrió las puertas.