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Milei arrasa y redefine el tablero político argentino

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Por Redacción Internacional

Buenos Aires.- El terremoto electoral del 2025 tiene nombre y apellido: Javier Milei. Su partido, La Libertad Avanza (LLA), se impuso con el 40,84 % de los votos en las elecciones legislativas nacionales, aplastando al kirchnerismo, que apenas alcanzó un 24,50 % con el 91 % del escrutinio completado.

El resultado no solo consolida el poder del presidente libertario, sino que también sella el derrumbe definitivo de un movimiento que marcó dos décadas de la vida política argentina.

La victoria de Milei no es una sorpresa para quienes han seguido el pulso del país en los últimos meses. Con un discurso que mezcla desregulación, anticasta y liberalismo sin anestesia, el mandatario logró capitalizar el hartazgo de una ciudadanía cansada de la inflación, la corrupción y el estancamiento institucional. Los números le dan ahora una mayoría sólida en el Congreso, lo que le permitirá avanzar con sus reformas económicas sin los obstáculos que hasta ahora habían ralentizado su agenda.

El kirchnerismo no pudo evitar la debacle

Del otro lado, el kirchnerismo enfrenta su ocaso político. Las derrotas provinciales y la pérdida de representación parlamentaria lo dejan reducido a una fuerza testimonial. El proyecto que alguna vez levantó banderas de justicia social y redistribución del ingreso se desangra entre divisiones internas, descrédito moral y la imposibilidad de conectar con un electorado que ya no le cree. Ni el discurso épico de la resistencia ni la figura de Cristina Fernández lograron revertir la debacle.

El triunfo libertario redefine, además, el mapa ideológico de América Latina. Argentina se coloca en la senda opuesta a la ola progresista que aún domina parte del continente. Milei se convierte así en el rostro de una nueva derecha regional, más radical en su retórica y dispuesta a desmontar, a golpe de decreto o de votos, todo vestigio de Estado intervencionista. La incógnita es si su revolución liberal resistirá el desgaste que supone gobernar un país en crisis permanente.

Por ahora, el presidente celebra. Pero detrás de los festejos hay una advertencia: los argentinos no votaron solo por un programa, sino contra un sistema. La legitimidad que hoy disfruta Milei puede ser tan volátil como la economía que promete sanar. Si no traduce su victoria en mejoras concretas, el mismo pueblo que lo encumbró podría darle la espalda. La historia argentina, cíclica y feroz, lo sabe bien.

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