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Cuba: una dictadura, una amenaza y una oposición ineficaz

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Por Albert Fonse ()

Ottawa.-Es inconcebible que, mientras buques de guerra patrullan el Caribe frente a las costas de Cuba, los principales líderes de la oposición cubana no exijan con la contundencia necesaria una invasión o ataque quirúrgico que neutralice la amenaza que representa la dictadura para la seguridad de Estados Unidos.

Muchos de ellos tienen vía directa con Marco Rubio, y sin embargo se conforman con discursos vacíos, declaraciones sin presión y gestos que no incomodan a nadie.

La dictadura cubana es la matriz que blindó y formó a regímenes como el de Venezuela. Fue La Habana la que diseñó y supervisó la exportación de cuadros, servicios de inteligencia y tácticas represivas que hoy sostienen a Caracas.

Si Venezuela opera hoy como un cartel del poder, lo hace bajo la dirección y tutela cubana. No sería la primera vez que la mafia cubana utiliza el narcotráfico como fuente de poder: la historia recuerda el caso Ochoa, cuando el propio ejército participaba en operaciones de droga bajo cobertura oficial.

La dictadura cubana, la misma que aparece en el listado de países patrocinadores del terrorismo, la misma que alberga bases espías rusas y chinas, la misma responsable de los ataques sónicos contra el personal de la embajada estadounidense, la misma que infiltró universidades, iglesias, organizaciones en los Estados Unidos y hasta el propio Departamento de Estado con agentes de inteligencia, continúa actuando con total impunidad.

Esa realidad debería bastar para que los líderes del exilio exigieran a la administración Trump una respuesta inmediata, firme y total, no por compasión con el pueblo cubano, sino por la seguridad de los Estados Unidos.

Cuba no es solo un problema local

A pesar de esa evidencia, muchos líderes opositores manejan estrategias anacrónicas. Hablan de Martí, de Maceo y de Gómez, pero olvidan que esos patriotas se prepararon en el exilio para invasiones y guerras, no para un pacifismo monótono.

Hoy persiste un complejo gandhiano entre algunos sectores del exilio: una pose de pacifismo que confunde decoro con ineficacia. Infórmense: Gandhi fue un producto creado por Occidente para sus intereses, no un libertador real. Su imagen fue moldeada por imperios que necesitaban un rostro moral, igual que la izquierda fabricó el mito del Che para romantizar la violencia ajena.

Es hora de actuar, nada de foros ni comunicados. Lo que hace falta es aprovechar esta oportunidad unica y pefir y exigir lo que el momento necesita.

Si quieren que los Estados Unidos vean con buenos ojos una Cuba libre, deben mostrar que liberar la isla no solo es justo, también es rentable. Proyectos como Cayo Romano deben presentarse con cifras, inversión y beneficios claros para los estadounidenses. La libertad de Cuba también puede ser un buen negocio, si se demuestra con hechos y números.

Cuba no es un problema local, es una amenaza continental. Si con esta administración no se llega la libertad hay que colgar los guantes, y la libertad de Cuba quedará en burócratas más que en opositores .

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