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Por Eduardo Díaz Delgado ()

MAdrid.- A ver, Elián —souvenir de la Revolución—:tú eres el verdadero revolucionario in vitro. No voy a discutir tu fervor, ni ese episodio oscuro que te hizo famoso, porque tu papel de trofeo propagandístico —el único triunfo simbólico de la Revolución en, al menos, treinta años— te garantizó una vida muy distinta a la del resto de los cubanos.

Entiendo que cuando eras un niño, criado en un ambiente controlado para tu adoctrinamiento, podías ser víctima de la manipulación. Pero ya no eres un niño. Ya eres un hombre hecho y derecho, con pelos en todos lados y capacidad para pensar por ti mismo.

Tu vida no se parece en nada a la del cubano promedio. Si crees que ese sistema que te privilegió merece ser defendido o “reformado”, deberías recordar que lo que tú defiendes es una condena para la mayoría. Así que, por respeto, no hables en nombre de ese pueblo machacado que tú no conoces.

Ser diputado de la Asamblea Nacional no te convierte en representante del pueblo cubano. Esa Asamblea está más lejos del pueblo que el valor del peso respecto al dólar. Léete la ley electoral para que sepas cómo llegaste ahí y quiénes te eligieron. El pueblo solo puede “ratificar” las decisiones de las comisiones de candidatura —es decir, del Partido Comunista—, no escoger a sus representantes libremente.

Desconexión total

Estás tan desconectado de la realidad que, para justificar el presente, prefieres ignorar el pasado. Es de una frescura tremenda que desconozcas a los grandes artistas y deportistas cubanos de antes de la Revolución, cuando el talento era libre y no una herramienta política. En tu imaginario, Cuba antes del 59 era un infierno rural con una sola ciudad bonita.

Esa es la gimnasia mental del revolucionario promedio: torcer la historia para que el saldo dé positivo. Porque si miras al futuro, el panorama es desolador: noviembre será peor que octubre, octubre está siendo peor que septiembre, y así en retroceso constante.

Si de verdad quieres ver un campo cubano destruido, visítalo hoy. No hallarás nada tan triste desde las guerras de independencia… con la diferencia de que ellos al menos tenían esperanza.

La Revolución sobre la que vives se sostiene sobre el sufrimiento de millones: carencias absurdas en pleno siglo XXI, familias rotas, muertos en el mar buscando un futuro, y muchos repitiendo la historia de tu propia madre. Mientras tanto, el país se marchita, la sociedad se hunde en la droga, la delincuencia y la desesperación.

No hables más de bloqueo

Dime algo, Elián: ¿alguna vez has dejado de comer para que tu hijo coma? No lo creo. El pueblo del que hablas está mudo y agonizando, y tú ya tienes edad suficiente para entenderlo, adoctrinamiento aparte.

La gente se va de Cuba por culpa del gobierno del que formas parte. No es el “bloqueo”, como repites de memoria. Es el hostigamiento a quien trabaja fuera del Estado, la ruina planificada de la economía, y las decisiones políticas que tú y tus compañeros aprueban por unanimidad en esa Asamblea ornamental.

El marco legal cubano es hostil, las prácticas del gobierno son abusivas, y cualquiera que haya visto el mundo fuera —aunque sea duro y le toque empezar desde cero— prefiere eso antes que seguir viviendo en la ruina revolucionaria que ustedes administran.

Y lo otro que dijiste, ese disparate sobre María Corina, mejor ni insistir. Esa mujer se enfrenta a una dictadura con miles de desaparecidos y lo hizo en las urnas. Ganó. Organizó un movimiento que triunfó en elecciones que Maduro robó. Es un hecho. ¿Tú podrías mostrar las actas que prueban lo contrario? Porque las que demuestran su victoria son públicas, y nadie ha podido refutarlas.

Entonces, dime, Elián: ¿qué es exactamente lo que tú defiendes? No me digas. Veo un patrón.

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