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Toronto doblega a Seattle con actuación legendaria de Max Scherzer

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Por Redacción Deportiva

Seattle.- Max Scherzer, a sus 41 años, demostró que la edad puede desafiar las leyes del béisbol cuando el corazón se impone al calendario. En el cuarto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, el veterano derecho llevó a los Toronto Blue Jays a una victoria de 8-2 sobre los Seattle Mariners, en una noche donde su furia, su experiencia y su orgullo fueron el mejor argumento contra el tiempo.

El triunfo dejó la serie empatada y confirmó que “Mad Max” aún tiene gasolina para incendiar un estadio.

Desde antes del primer lanzamiento, Scherzer ya estaba poseído por esa intensidad que lo ha convertido en leyenda. Trotaba sin rumbo por el campo, estirando el cuello y lanzando pelotas invisibles, como si discutiera con fantasmas. En el bullpen, gesticulaba contra un bateador imaginario, y entre risas y gritos, parecía reencarnar a un guerrero que no acepta rendirse. Sus entrenadores, Carlos Febles y Pete Walker, fueron testigos de esa locura controlada que, lejos de ser una rareza, era el preludio de una noche memorable.

En el quinto inning, cuando el mánager John Schneider intentó acercarse al montículo, Scherzer lo fulminó con la mirada y con un rugido que detuvo el tiempo. Acto seguido, ponchó a Randy Arozarena con un slider demoledor y salió del campo golpeando su guante con el puño, como un toro que se niega a ser domado. Aquella escena fue la imagen perfecta de su carácter: furia, disciplina y el deseo de seguir mandando en el diamante, aunque los años pesen.

Durante 5.2 entradas, Scherzer permitió apenas una carrera —un jonrón solitario de Josh Naylor—, en su apertura número 500 en Grandes Ligas, contando temporada regular y postemporada. Su recta alcanzó las 96.5 millas por hora, la más rápida desde 2023, y su atrapada a Leo Rivas en la tercera entrada fue su primera en un juego desde 2016.

Con este triunfo, se convirtió en apenas el cuarto lanzador de la historia en ganar un partido de postemporada con 41 años o más, junto a leyendas como Roger Clemens, Kenny Rogers y Dennis Martínez.

Nada de lo que ocurrió en Seattle fue ordinario. Scherzer no dominó con la facilidad de sus mejores años, pero sí con el temple de un hombre que se niega a dejar que su historia la escriba otro. Mientras sus compañeros celebraban la victoria, él caminaba solo hacia el dugout, con la mirada fija, sabiendo que había vencido no solo a los Mariners, sino al tiempo mismo. Esa noche, Toronto ganó un juego, pero el béisbol recuperó una leyenda.

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