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El síndrome que hizo prisionero al propio cuerpo

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Por Datos Históricos

La Habana.- En los años sesenta, los médicos comenzaron a observar algo que parecía imposible: niños que se herían a sí mismos sin poder evitarlo, como si una fuerza invisible los obligara. Se mordían los labios, los dedos, los brazos… mientras lloraban de dolor. No era locura, ni maldad. Era una enfermedad que hacía del cuerpo su propia cárcel.

El hallazgo fue tan desconcertante que cambió la forma en que entendemos la mente y la genética. Se trataba del Síndrome de Lesch-Nyhan, un raro trastorno hereditario ligado al cromosoma X. En quienes lo padecen, una sola enzima —la HPRT— no funciona, y ese pequeño fallo desata un caos biológico: exceso de ácido úrico, movimientos involuntarios y un impulso autodestructivo que ni la voluntad puede controlar.

La ciencia lo definió como un error genético; la humanidad lo reconoció como una tragedia silenciosa. Detrás de cada caso hay una familia que observa impotente cómo un niño lucha contra su propio reflejo.

A veces, los monstruos no vienen de fuera. A veces, el enemigo duerme en nuestros genes.

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