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Por Eduardo González Rodríguez ()
Santa Clara.- Nos pusieron dos horas de corriente por el día, la quitaron a las cuatro y diez minutos de la tarde y todavía estamos apagados. Llevamos 12 horas sin electricidad y eso es muy peligroso.
Dormir es necesario, compañeros. Las personas van cansadas para el trabajo y los niños no están durmiendo bien. No sé si saben que la falta de sueño afecta el metabolismo humano, baja la eficiencia del sistema inmunológico, impide el proceso de concentración, limita el proceso de aprendizaje y trastorna nuestro ciclo circadiano.
No lo digo yo, lo dice la ciencia. Es un hecho. Ya es suficiente con estar mal alimentados que, dicho sea de paso, también afecta el metabolismo humano, baja la eficiencia del sistema inmunológico, impide el proceso de concentración y limita los procesos de aprendizaje. Y tampoco lo digo yo, compañeros, lo dice la ciencia. Es un hecho comprobado.
Creo, compañeros, que a los cuadros que están frente a las decisiones y estrategias de tema gubernamental, hay que explicarles que los seres humanos, mucho antes de tener ideas y de saber lo que es un compromiso ideológico, es un ente social con necesidades, básicas, biológicas. Observen que cuando un niño tiene hambre dice «pan», no dice «¡viva!».
Incluso, mucho antes de poder decir «yo soy», o sea, antes de tener conciencia de sí mismo, compañeros, necesita alimentarse, necesita dormir, necesita estar en sintonía con la realidad que ve, no con la realidad que otros le cuentan. Pero, bueno, me imagino que lo sepan. Claro, quizás alguno, el dia que explicaron eso, no fue a clases y por eso le exige a todo el mundo que diga «¡viva!» cuando lo que la gente quiere es decir es «¡pan!».
Así que, compañeros, si llegaron leyendo hasta aquí, es porque están despiertos porque tampoco tienen corriente. Por lo tanto, ya deben de tener el sistema metabólico hecho polvo, el sistema inmunológico colgando de un hilito, la concentración por el piso (estoy seguro de se les pierden las cosas dentro de la casa y a veces se sorprenden hablando solos), están molestos porque les parece que no están aprendiendo nada nuevo y el sistema circadiano les juega una mala pasada: ni con pastillas puede controlar su presión arterial.
Tranquilo, eso no lo produce ninguna de las razas de crisis que viven desde hace años dentro de nuestras casas. Si se murieran no habría problema, pero aquí, como he dicho otras veces, las crisis no tienen fecha de caducidad. Lo que ocurre es que nos falta luz. Y eso somos los humanos, seres de luz, nacimos para vivir, lo que se llama vivir. Por mucho que nos hayan metido en la cabeza que tenemos una misión histórica, no es cierto, compañeros. La única misión, si hay alguna misión, es ser felices.
Lo sé. Sé que apenas es posible. Si fuéramos hombres primitivos quizás no tendríamos tantos problemas, o bueno casi los mismos, pero a nadie se le ocurriría decir «¡viva!» cuando lo lógico es decir «¡un mamut!».
P/D: Doce horas sin corriente. Doce. Y contando.
(Me perdonen que les cuente el chisme, pero a esta hora hay alguien en mi edificio machacando algo. Puede que esté preparado carne para la comida de la tarde o tratando de liberar el estrés, no puedo saber con exactitud. Pero lo que sí puedo confirmarles es que en el edificio detrás del mío, en el segundo piso, ahora mismo un tipo se ha tirado el peo más aparatoso que he escuchado en mi vida. Juro que lo primero que pensé fue, «este tipo es un dirigente». )