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Por Sergio Barbán Cardero ()
Miami.- Después del derrumbe del campo socialista, Fidel Castro tuvo un arranque de “genialidad revolucionaria” y decidió bautizar la crisis que se venía con el elegante nombre de Periodo Especial. Pero no se llamaba así por lo duro de la crisis ¡no!, era “especial” por las maravillosas excepciones que iban a hacerle al sistema para salvarlo; abrirse al turismo internacional, flexibilizar los viajes de exiliados, permitir remesas de a quienes antes llamaban “escoria” y autorizar, a cuentagotas, el trabajo por cuenta propia.
Todo eso empezó en la década de 1990. Han pasado 35 años desde entonces, y seguimos experimentando con una supuesta “economía mixta”. Treinta y cinco años de ensayo y error… sin ningún acierto. Y ahora vienen algunos iluminados a prometer que, en los próximos 10 años, con la misma banda de ineptos, mentalmente discapacitados para gobernar, todo será distinto. ¡Claro que sí! Y los elefantes pronto volarán en formación sobre el Malecón habanero.
Hay una frase atribuida a Albert Einstein que les vendría como anillo al dedo:
“Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.” Y en Cuba, si algo hemos perfeccionado, es precisamente ese tipo de locura.
Ver vídeo: (https://www.facebook.com/reel/2063646451110078)
Hablar de crear una “economía mixta” en menos de diez años bajo un régimen de partido único, es como decir que vas a hacer crecer un rosal en el diente perro de la costa; pura fantasía, paja mental, dirian los economistas serios. Las economías mixtas exitosas requieren seguridad jurídica, libertad económica y un marco institucional sólido. Nada de eso existe hoy en Cuba, ni existirá mientras el Partido Comunista de Cuba siga siendo el “máximo órgano del Estado”.
Y, por si fuera poco, también nos prometen “resultados inmediatos”. ¡Qué lindos! Ni las economías más abiertas y sólidas logran resultados de inmediato, y aquí pretenden hacerlo sin inversión real, con un país sin energía suficiente, con la infraestructura hecha polvo y un Estado que no suelta ni el mango de la brocha.
Luego viene la joya: “Contamos con los recursos, entonces el desafío es movilizarlos en función del desarrollo.” ¡Qué ternura! Cuba no tiene capital acumulado, ni reservas energéticas, ni industrias modernas, ni instituciones serias. Lo único que queda es el ingenio individual de la gente, ese mismo que el Estado bloquea todos los días… y, claro, las remesas, que es la versión tropical de la limosna económica.
Y para rematar: “Los actores de esa economía son las pymes, cooperativas y trabajadores por cuenta propia.” ¡Por favor! Esos “actores” no tienen ni libreto propio. Están subordinados al control estatal, sin poder importar libremente, sin mercados mayoristas, sin garantías legales y con una espada de Damocles llamada “resolución ministerial” que puede desaparecerlos en cualquier momento. Llamar a eso “economía mixta” es como llamar “pollo por pescado” a lo que venía antes a la carnicería.
En Cuba no es cuestión de “modelo económico alternativo”. Es cuestión de romper el molde que asfixia cualquier modelo, de desmontar la dictadura que impide que el país respire.
Es cuestión de liberar a la sociedad de un partido único que no produce ni ideas ni soluciones.
Por eso, por más adornos, discursos y “nuevas estrategias” que le pongan… La mona, aunque la vistan de seda, mona se queda. Y el pueblo cubano seguirá pagando el precio de la misma locura, si no se cambia el sistema de raíz.