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El colapso empresarial detrás de la crisis de la basura en Cuba

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Por Manuel Viera ()

La Habana.- En cualquier país con un funcionamiento estándar, la gestión de residuos se rige por la disciplina empresarial y la responsabilidad ambiental. Las empresas se encargan de la recolección y el tratamiento, mientras los ciudadanos cumplen con su papel: cuidar la limpieza y utilizar los contenedores. Sin embargo, Cuba representa un caso aparte.

Si bien es innegable cierto grado de indisciplina social, resulta evidente que, incluso con la máxima colaboración ciudadana, La Habana seguiría inundada de basura. La raíz del problema es la ausencia de responsabilidad empresarial.

En la isla, la recolección de desechos es una tarea asignada a empresas estatales; es decir, es una responsabilidad estatal. No obstante, en la práctica, esta responsabilidad parece diluirse, atribuyéndose su fracaso a factores externos como el bloqueo económico.

Los servicios de recogida son esporádicos, con intervalos que oscilan entre quince días y más de un mes. En las esquinas, es común encontrar contenedores rotos, medio contenedor o, directamente, ninguno. Existe un déficit enorme de estos recipientes, por lo que la basura, acumulada en el suelo, se convierte en un problema en cuestión de horas.

La culpa gubernamental en todo

La flota de camiones recolectores es insuficiente. Cuando finalmente se realiza la recogida, a menudo se emplean bulldozers y maquinaria pesada que dañan aceras y bordillos, contribuyendo al deterioro urbanístico. Donde antes había aceras, hoy persisten enormes hoyos malolientes, anegados de aguas residuales, que se convierten en focos de proliferación de ranas y mosquitos.

Ante este escenario, surge la pregunta inevitable: ¿Qué se supone que debe hacer la población con sus residuos? Si la recolección fuera diaria o alterna, la situación no alcanzaría estos niveles críticos. Pero esto no sucede. Y la basura, como es evidente, no se puede comer.

El manejo eficiente de los residuos, el reciclaje y la integración del sector privado en esta actividad siguen siendo una utopía en Cuba. El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) no puede sentirse orgulloso de la realidad actual. La situación no merece elogio alguno y su solución parece un ideal lejano, destinado a permanecer así.

Mientras tanto, la cruzada restrictiva contra el sector privado y la apatía del sector estatal se imponen sobre el orden, la limpieza y la buena gestión. El «duende de la limpieza» no existe, pero en Cuba, lo que tampoco existe es una empresa de limpieza eficaz. Y esa, sin duda, es la que tendría que existir.

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