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Por Jorge Ménendez ()
Cabrils.- La situación es crítica. Cuando un régimen encuentra como única solución para su supervivencia el «trabajo voluntario», la gravedad del momento es manifiesta. Esta medida es la expresión clara de que no controla los procesos económicos y, por tanto, carece de soluciones efectivas.
Curiosamente, y a pesar de ser «voluntario», el presidente Miguel Díaz-Canel se refirió a que se convocó a mucha gente que no acudió por considerar que sus problemas deben ser resueltos por otros. Esto refleja que la dirigencia cubana parece vivir en una realidad ajena, totalmente enajenada de la situación del cubano de a pie. Cabe preguntarse: ¿en qué país del mundo se convoca a la ciudadanía a recoger sus desechos mediante trabajos voluntarios?
El lenguaje del régimen ya no comunica nada sustancial. Ha cambiado su discurso triunfalista por uno vacío, que no aporta solución alguna, mientras la desesperación ciudadana aumenta. La retórica de la «inteligencia creativa» ha dado paso a más represión y amenazas, como consecuencia lógica ante la pérdida de control.
Ver vídeo: (https://www.facebook.com/reel/4212834519039863)
Las carencias generalizadas dan como resultado robos de gasolina en empresas estatales y de piezas nuevas en los parques solares, lo que conduce a un caos total. Los planes gubernamentales con estas instalaciones solares no han resuelto la problemática eléctrica, como ya era previsible.
En lugar de un plan inversionista serio en termoeléctricas, el gobierno insiste en reparaciones mal ejecutadas de infraestructuras obsoletas, llegando a responsabilizar al expresidente estadounidense Donald Trump por la falta de piezas soviéticas para los generadores.
El agua potable se ha convertido en un lujo que el sistema es incapaz de garantizar. El gas es otro de los bienes inaccesibles; al no poder producirlo internamente ni adquirirlo en el mercado, la población debe recurrir a la leña, lo que augura una deforestación masiva.
La televisión cubana ha sido convertida en un «tablón de anuncios y explicaciones». Situaciones que agravan los problemas iniciales se explican con rigor universitario: salidas de generadores por averías, déficit de combustibles… Poco a poco se habla menos de los parques solares, al demostrarse que no aportan la solución prometida.
El transporte es otro ejemplo de la planificación errática: primero se anunció la construcción de un metro; hoy se promueve la solución con motos eléctricas. El predominio del objetivo de mantenerse en el poder suplanta al sentido común para ofrecer soluciones verdaderas a problemas reales. Las prioridades del gobierno no son las del pueblo.
La «conversación», que Díaz-Canel ha convertido en su principal herramienta, resulta insuficiente precisamente cuando el gobierno históricamente se ha negado al diálogo genuino. Cuba se consolida como la cuadratura perfecta de la inoperancia, la irracionalidad y la falta de futuro.