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Yankees versus Azulejos: los ‘vecinos’ del norte

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Por Héctor Miranda ()

Seis meses mirándose de reojo, seis meses de ventajas que se esfumaban y de abrazos incómodos en la cima. Al final, después de 162 juegos, los New York Yankees y los Toronto Blue Jays quedaron atados, esposados el uno al otro por un récord de 94-68.

Pero los abrazos, en el béisbol, tienen letra pequeña. Y la letra pequeña decía que Toronto era el primero, el dueño de la ventaja de campo, el verdugo con derecho de un rival al que había vencido ocho veces en trece encuentros. Un triunfo matemático, sí, pero también psicológico.

Mientras los Yankees llegaban tras una carrera desbocada, ganando ocho seguidas y once de sus últimos doce partidos, los Blue Jays fueron de más a menos, tambaleándose en la recta final pero encontrando el suelo firme justo para ganar sus últimos cuatro partidos y forzar ese abrazo final. Es la belleza y la crueldad de una temporada: da igual cómo empiezas; lo único que importa es con qué fuerza respiras cuando se acaba.

El pitcheo de esta serie es un cuento de dos ciudades. Por un lado, los Yankees llegan con una rotación que es la envidia de la liga, liderada por Max Fried (19-5, 2.86 ERA) y Carlos Rodón (18-9, 3.03 ERA) , y que acaba de lucirse en la Serie de Comodines con lanzamientos como el del novato Cam Schlittler: ocho entradas en blanco y 12 ponches en una actuación para la historia.

Sin embargo, la ventaja inicial puede esfumarse si su bullpen, que depende casi exclusivamente de David Bednar y Devin Williams, no aguanta la presión de un equipo que no se rinde.

Pitchers lastimados versus jonroneros

Por el otro lado, Toronto enfrenta la eliminatoria con una rotación diezmada por las lesiones. José Berríos no estará disponible, Chris Bassitt llega justo a tiempo de una inflamación en la espalda, y la carga recaerá sobre Kevin Gausman (3.59 ERA) y el relevista convertido en héroe, Shane Bieber.

Su cerrador, Jeff Hoffman, salvó 33 juegos, pero también permitió 15 jonrones, más que ningún otro relevista en la Liga Americana. Una estadística peligrosa cuando en el bateo contrario te espera el equipo que más jonrones conectó en las mayores.

Y es que, si hay una verdad en este juego, es que los Yankees ganan a base de fuerza bruta. Su ofensiva, la más letal del béisbol, lideró las mayores con 849 carreras anotadas y 274 jonrones.

Aaron Judge, el gigante, tuvo otra campaña monstruosa liderando las mayores en promedio (.331) y conectando 53 cuadrangulares. Frente a ellos, los Blue Jays no tienen un músculo tan abultado, pero poseen una virtud quizás más valiosa en octubre: la paciencia. Son el equipo que menos se poncha en las mayores, los reyes del contacto.

No buscan la aniquilación con un solo swing, sino la asfixia con una sucesión interminable de pelotas en juego. George Springer, resucitado a los 36 años, fue su verdugo particular, castigando a los Yankees con un promedio de .348 y cuatro jonrones en trece encuentros.

Toronto defiende mejor

Tal vez por eso, el factor más decisivo de esta serie no esté en el montículo ni en el bateo, sino en el campo. Toronto presume quizás de la mejor defensa de todo el béisbol, un muro que roba hits y ahoga las esperanzas del rival.

Los Yankees, sin embargo, han sido propensos a los errores en momentos cruciales. Durante la temporada, cometieron 11 errores en siete juegos contra los Jays, y Toronto ganó seis de ellos. En octubre, cada base por regalo es una herida que no se perdona.

Al final, este duelo es un pulso entre dos formas de entender el béisbol. La potencia descomunal de Nueva York contra la constancia y la elegancia defensiva de Toronto. El equipo que logre imponer su ritmo, su sonido, tendrá la llave de la Serie de Campeonato.

Los Yankees buscan redimirse de una temporada de altibajos y demostrar que su poder puede con todo. Los Blue Jays, en cambio, confían en que su juego limpio y su temple serán el arma definitiva.

El Rogers Centre estará enloquecido. Dos vecinos que se han observado todo el año, que lo han decidido todo en los últimos detalles, se ven las caras por primera vez en octubre. Y solo uno seguirá soñando.

Vamos, yo voy a los Yankees, y creo que con relativa facilidad.

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