Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Lazo viaja a Vietnam con el sudor del pueblo

Comparte esta noticia

Por Milton Reyes

La Habana.- Esteban Lazo volvió a subirse a un avión. Otro viaje, otra estadía de lujo, otra comitiva gastando recursos del pueblo en hoteles, flores, recepciones y discursos vacíos. Esta vez le tocó a Vietnam, en nombre de una “amistad indestructible” que desde hace décadas no le resuelve ni la luz a los apagones de Güines ni el paracetamol que falta en cualquier policlínico del país. Detrás de la sonrisa diplomática, el pueblo cubano se queda con hambre, apagado, sin esperanzas.

Lo más triste no es que viaje, sino que lo hace como si esos recorridos fueran a cambiar la realidad de la isla. Van, hablan, firman “acuerdos de cooperación” y regresan a una Cuba que se hunde cada día más en el desastre. Ni arroz, ni leche, ni medicinas: solo fotos, abrazos, himnos, y la eterna promesa de que “los lazos se fortalecen”. El cinismo no tiene límites cuando millones de cubanos hacen colas infinitas para conseguir un pedazo de pollo importado de Brasil, mientras sus dirigentes se pasean por el mundo como turistas VIP.

Cuba no gana nada con estos viajes. Es puro teatro diplomático. Lo que sí gana —y mucho— es la factura en dólares de cada pasaje, cada banquete y cada escolta que acompaña al dirigente de turno. Si al menos esos recorridos trajeran un barco cargado de combustible o un contrato serio de inversión, el pueblo aplaudiría. Pero no: lo único que regresa es el mismo discurso reciclado en la Mesa Redonda y la misma miseria multiplicada en los barrios.

Mientras Lazo habla en Hanoi, en Marianao los niños siguen estudiando de noche a la luz de un candil improvisado. Mientras el presidente del Parlamento se da banquetes de amistad, en Bayamo la gente sale a la calle a gritar “¡tenemos hambre!”. Esa es la diferencia entre el discurso oficial y la vida real. Ellos viven en un mundo paralelo de hoteles cinco estrellas y nosotros vivimos en un país convertido en ruina.

Estos viajes no son intercambios políticos: son vacaciones pagadas con el sudor del pueblo. Lazo, Díaz-Canel y compañía podrán seguir volando a Asia, Europa o donde quieran, pero la historia les pasará factura. Porque al final, cuando los discursos se apaguen y los himnos de bienvenida dejen de sonar, quedará la Cuba de verdad: esa que no se arregla con fotos en Hanoi, sino con libertad, trabajo y dignidad para un pueblo que ya no aguanta más.

Deja un comentario