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Israel: la tragedia de vivir rodeado de odio

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Por: Jorge L Leon – Historiador e investigador.

Houston.- Cada guerra en Medio Oriente estalla sobre una herida antigua: el derecho de Israel a existir. Mientras la izquierda internacional se empeña en desfigurar la realidad y presentar al Estado judío como un agresor, la historia enseña lo contrario: Israel ha sido, desde su nacimiento, un pueblo en resistencia frente a quienes han buscado borrarlo del mapa.

La guerra actual con Hamas no escapa a esa lógica. En la ONU, Benjamin Netanyahu lo sintetizó con una frase que revela la esencia del conflicto: “Para Israel, cada baja civil es una tragedia; para Hamas, es una estrategia.” Este contraste moral explica más que mil discursos.

Una historia de resistencia.

Desde 1948, Israel ha enfrentado guerras y atentados que buscaban su desaparición.

• La Guerra de Independencia (1948–1949): cinco países árabes atacaron al recién nacido Estado judío. Israel perdió cerca del 1% de su población, pero sobrevivió.

• La Guerra de los Seis Días (1967): Egipto, Siria y Jordania planearon borrarlo del mapa. En seis días, Israel no solo resistió, sino que aseguró su existencia.

• La Guerra de Yom Kippur (1973): un ataque sorpresivo en el día más sagrado del judaísmo que casi lo destruye.

• Desde entonces, atentados, intifadas y el lanzamiento de miles de cohetes desde Gaza han convertido la supervivencia en un desafío cotidiano.

Israel no eligió ser un Estado militarizado: fue obligado a convertirse en una fortaleza defensiva.
Difamación y desconocimiento.

¿Por qué se acusa siempre a Israel? Porque la propaganda y la ideología han convertido la verdad en rehén. Se silencia que Hamas convierte hospitales y escuelas en bases militares, y se oculta que Israel ha aportado a la humanidad avances científicos, médicos y culturales sin precedentes. Se ignora que, mientras Israel protege la vida, sus enemigos hacen de la muerte una bandera.

La tragedia oculta

Lo que muchos callan es la crudeza de la amenaza: familias enteras viviendo en refugios subterráneos, niños que duermen con miedo al sonido de las sirenas, ancianos que corren hacia búnkeres con segundos de ventaja antes de que un misil impacte.

Israel ha llorado a sus muertos en atentados en cafés, autobuses y escuelas; ha enterrado a jóvenes soldados que no buscaban gloria, sino defender a su gente. Esa es la desnuda realidad: un pueblo marcado por la tragedia diaria de tener que justificar su derecho a vivir.

El 7 de octubre: la herida abierta

El 7 de octubre de 2023, Hamas ejecutó uno de los ataques más atroces contra civiles judíos en la historia reciente. Más de 1,200 personas fueron masacradas: familias enteras en sus casas, jóvenes en un festival de música, ancianos y niños arrancados de sus hogares.

Centenares fueron secuestrados y llevados a Gaza como rehenes. Fue un día de horror que desnudó la verdadera cara de Hamas: no un movimiento de liberación, sino una maquinaria de terror que celebra la muerte. Ese crimen, que debería haber estremecido la conciencia universal, fue relativizado y hasta justificado por sectores ideologizados que prefieren culpar a Israel antes que enfrentar la barbarie.
La pregunta esencial

¿Puede un pueblo ser condenado por luchar por su existencia? La respuesta es clara: Israel defiende su vida, no por elección, sino por necesidad. Negar ese derecho sería avalar el exterminio.

En medio de la confusión mediática y la manipulación ideológica, solo una verdad permanece firme: Israel no lucha por odio, lucha por vivir. Y mientras el mundo se debate entre prejuicios y propaganda, Israel seguirá en pie, porque ha aprendido, a un costo altísimo, que rendirse no es una opción.

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