Enter your email address below and subscribe to our newsletter

El piloto que derribó a su ídolo: La tragedia de Saint-Exupéry

Comparte esta noticia

El 31 de julio de 1944, Antoine de Saint-Exupéry despegó en un avión de reconocimiento desde Córcega. Nunca regresó. Durante décadas, su desaparición estuvo rodeada de misterio, envuelta en leyenda, como si el autor de El Principito hubiera desaparecido para fundirse con las estrellas que tanto amaba.

El secreto se reveló 64 años después. Horst Rippert, piloto alemán de la Luftwaffe, confesó a los 88 años que había sido él quien lo derribó cerca de Marsella. No se trataba de un combate heroico: Saint-Exupéry volaba bajo, apenas a 2.000 metros de altura, vulnerable, convertido en blanco fácil. Unos disparos bastaron para que su avión cayera al mar.

Rippert cargó con ese peso toda su vida. “Si hubiera sabido que era él, nunca habría disparado”, dijo. Admiraba a Saint-Exupéry, como tantos jóvenes de su generación que habían encontrado en sus libros el amor por volar.

El cuerpo nunca apareció. Pero en 1998, un pescador recuperó un brazalete con el nombre del escritor y de su esposa Consuelo. Años después, arqueólogos sacaron a la superficie los restos del avión. Hoy descansan en el Museo del Aire y del Espacio en París, testigos mudos de aquel encuentro fatal.

Saint-Exupéry murió como vivió: volando. Y en la confesión tardía de su improbable verdugo quedó grabada una verdad amarga: incluso en tiempos de guerra, los cielos podían unir a quienes soñaban con alas.

Deja un comentario