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Por Eduardo Díaz Delgado ()
La cosa está durísima: el agua, la corriente, y casi todo lo demás… pero esas dos, candela, en estado crítico. La gente últimamente ha reaccionado porque ya el agobio es demasiado. El detalle es que esto ha sido como una caída en cámara lenta, y ellos han sabido manejar los tiempos, dosifican la desgracia para que la gente no explote toda junta. (¿Si no qué es eso de plan de apagones y los bloques?)
No hay arreglo. El que piense lo contrario que venga y me lo diga. Esto no tiene salida. Métetelo en la cabeza. ¿Qué pasa? Llevamos años en este desangre, y el límite es el desahucio total. Y no hablo por gusto: mira Corea del Norte. ¿Te acuerdas cuando Díaz-Canel fue dos veces allá, sin ton ni son, y nadie entendía pa’ qué? Allá la degradación es total, y mientras peor está la cosa, más férreo es el control sobre la gente. ¿Me sigues? Si no, dime y te explico.
El manejo de los apagones es parte del libreto. Lo han hecho para que la gente entre en catarsis poco a poco. Así logran que se faje el pueblo entre sí por tonterías. Cuando empezaron, Oriente cargó más duro. La gente protestó. En la Habana, por ejemplo, la gente mirando y diciendo, a mí no me la quitan porque se forma. Al mismo tiempo los agentes de opinión -gente sin casa como la que se acaba de ir pa España- diciendo que emparejaran los apagones.
Después inventaron los “apagones solidarios” y la gente que menos apagaban sintió el cambio brusco. ¿Qué pasó? Los que ya llevaban tiempo en candela, fueron los primeros en decir: “No se quejen, nosotros estamos peor”. Y así se fue armando el enredo: unos con un alivio leve, otros más golpeados, y vuelta a apretar cuando tocó.
Han ido empeorando de a poco, de forma que ya hay gente adaptada a apagones de 24 horas. Y ojo: el que venga a decir que eso es poquito comparado con lo suyo, que sepa que justo de eso se trata: de cómo han logrado que lo anormal se vea como normal (vamos a ir dejando la anormalidad).
La idea es que entiendas que te están jodiendo, y todavía falta la mitad del cuchillo pa’ dentro. Si de pronto hubieran soltado estos apagones a nivel nacional, hoy Paseo tendría postes adornados con gente colgando. El 2021 demostró lo peligroso que era. Por eso fragmentaron: primero en Oriente, después en bloques más chicos. Así van, siete bloques ya. Estrategia para dividir y controlar.
Y ahora, sí: hay miedo, pero también hay desesperación. Mucha gente está esperando el chispazo. La diferencia es que el gobierno ha aprendido a que las protestas no coincidan, a que sean aisladas, aunque sean varias.
Esto que te digo es como los primeros auxilios en la hora de oro: el tiempo clave después del accidente. Estamos en la parte oscura, pero lo que viene es peor de lo que imaginas.
¿Qué hacer? Primero, entender la jugada completa. La vida del cubano está insoportable. Pero todo esto lo han hecho con la misma técnica: te quitan poco a poco, le dan un respiro a otros, y usan a los más jodidos para desmoralizar la protesta de los demás. Entonces, unos llaman carneros a otros, y viceversa. Eso es una estupidez: es como discutir en un barco que se hunde.
Tu problema es el mismo del que se queja, su protesta es tuya también, aunque hoy tengas luz y él no. Porque lo que a él le toca hoy, mañana te va a tocar a ti. Doce horas, treinta, una semana… da igual, porque una hora de apagón en el 2025 es inaceptable. Y más todavía después de tantos años de cable jamado y tanto dinero despilfarrado, tuyo, mío y de tus viejos.
Cuando entiendas eso, tu próxima tarea es estar pendiente de dónde y cuándo ocurre la protesta, porque va a pasar. Y en ese momento, tienes que saber cómo moverte. Hay mil formas de no quemarte y a la vez soplar la candela: una cazuela, asomarte a la puerta del edificio, bajar y mirar el ambiente. Tú sabrás cuál es tu manera.
Hasta aquí llego, porque ya cruzar esta línea vuelve este texto peligroso para el que lo comparta. Así que, compadre: ponte pila.