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Matanzas: la provincia donde las enfermedades son como cajas de sorpresa

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Por Yoelbis Albelo ()

Matanzas.- Parece que en Matanzas han inventado un nuevo juego macabro: “Adivina qué virus tienes”. Llega la gente al hospital con fiebre de 40 grados, la cara hinchada como un globo, dolores en las articulaciones que no los dejan caminar, y los médicos—con una cara de poker envidiable—les dicen: “debe ser un virus de siete días, vaya a casa a ver si se le quita”.

Lo de “virus de siete días” es el diagnóstico estrella, el comodín para cuando no hay reactivos, no hay pruebas, y lo único que sobra es desesperación.

Y mientras la gente se inflama como si les hubieran inyectado aire, las autoridades sanitarias parecen estar más ocupadas organizando “Festivales por la Salud” con pianistas incluidos que en fumigar contra el mosquito que transmite el dengue y la chikunguña.

¡Un festival! Para que los pacientes se distraigan del dolor con un vals mientras esperan que les receten paracetamol (si es que hay). Si es dengue, chikunguña, o una nueva plaga bíblica, nadie lo sabe, porque los reactivos brillan por su ausencia .

Lo más gracioso (por no decir trágico) es que el gobierno reconoce que hay ocho pacientes en terapia intensiva por dengue, pero en los barrios la gente jura que hay hasta muertos no reconocidos. Y así, entre apagones de 24 horas, montañas de basura y mosquitos del tamaño de pajaritos, Matanzas se ha convertido en un laboratorio a cielo abierto donde la única certeza es que no hay certezas .

Solo queda tener fe

La gente ya está pidiendo a gritos que declaren una emergencia sanitaria, pero el gobierno—que para algunas cosas es rápido—para esto se hace el sueco. Prefiere repetir el mantra de que “no hay caos” , mientras los hospitales colapsan y los medicamentos escasean más que la paciencia. ¿Emergencia? ¡Ni hablar! Eso sería admitir que el sistema de salud está más roto que la carretera de Máximo Gómez a Martí (esos son dos pueblos de Matanzas).

Total, que en Matanzas la vida se ha vuelto una ruleta rusa: o te pica el mosquito del dengue, o te da la “enfermedad misteriosa” que te deja tieso como un palo, o te curas por arte de magia. Y mientras, las autoridades, tan panchas, organizan festivales y puestos de mando que parecen más para la foto que para solucionar algo.

Al final, la moraleja es clara: en Cuba, la salud pública se ha convertido en un acto de fe. Y si rezas lo suficiente, quizás—solo quizás—se te quite la fiebre antes de que el gobierno admita que aquí hay una crisis. ¡Qué país, compadre!

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