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Por Sergio Barbán Cardero ()

Miami.- Las visitas de Miguel Díaz-Canel a Vietnam, China y Laos, presentadas por la propaganda oficial como viajes para conmemorar aniversarios históricos y fortalecer la amistad, no son otra cosa que un acto de supervivencia desesperada.

Cuba se enfrenta a una crisis económica y social profunda; escasez de alimentos, medicinas, energía, salarios ridículos y una población que sobrevive con lo mínimo. Mientras tanto, el régimen busca mantener su poder por cualquier medio.

Estos viajes son esencialmente misiones para pedir limosna. No puede existir cooperación estratégica con un país como Cuba, que no tiene nada que ofrecer más allá de su propaganda política.

La isla, que durante más de 25 años se benefició de los recursos de Venezuela, hoy ve tambalearse a su principal aliado por las acusaciones de narcoterrorismo contra el régimen de Maduro. Por eso, se adelanta a sustituir la vaca que han ordeñado para tomar una bocanada de oxígeno financiero y político.

Cuba no tiene nada que ofrecer

Lo que el régimen llama “amistad histórica” y “cooperación bilateral” es, en realidad, un acto de humillación diplomática. Vietnam, China y Laos no necesitan a Cuba. La isla solo puede ofrecer gestos simbólicos mientras solicita recursos y créditos que garanticen su supervivencia temporal hasta que aparezca un nuevo hospedero para chupar hasta el hueso.

Cada acuerdo, cada visita de alto nivel, sirve para mantener la ilusión de cooperación. Sin embargo, el trasfondo real es la urgencia y vulnerabilidad del régimen cubano, que no posee ningún capital político, económico o tecnológico que resulte atractivo para sus socios asiáticos.

La propaganda oficial intenta disfrazar esta realidad con referencias históricas, ceremonias y aniversarios. Actúa como si la lealtad de Cuba a esos países pudiera compensar el desastre económico que enfrenta su propia población.

Pero detrás de la narrativa, el mensaje es claro. Cuba depende de otros para respirar. Su presidente se ha convertido en un limosnero disfrazado de diplomático, recorriendo el mundo en busca de recursos para sostener un régimen que no tiene capacidad de generar riqueza propia ni ofrecer nada de valor a cambio.

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